9 mayo 2021 (2): La izquierda apócrifa
- Javier Garcia

- 9 may 2021
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Hace ya bastante tiempo que los partidos denominados de izquierda naufragan electoralmente en la mayoría de las democracias liberales. El último petardazo lo ha protagonizado el arco progresista de Madrid. Fracaso frente al que los líderes socialistas y de Unidas Podemos han reaccionado con fingida sorpresa, dimisiones y destituciones varias. Lo cierto es que la debacle era tan previsible como el tiempo soleado en el desierto de Atacama y, sin que me vanaglorie por ello, ya la predije en el artículo "Santo subito" de la semana pasada. En aquella columna expliqué el carácter conservador y beligerante de una buena parte de la sociedad madrileña aunque, disculpadme por ello, no entré a valorar la oferta competidora.
El problema de fondo de la mayoría de los partidos denominados "de izquierda" o, si se quiere, de progreso, es que han asumido como propios los valores, las prioridades, el léxico y hasta el estilo mercadotécnico de las fuerzas políticas de la derecha neoliberal. No se puede hacer oposición creíble, y menos gobernar de forma diferente, partiendo de los mismos axiomas que Adam Smith ya sostenía en "La riqueza de las naciones", obra escrita a finales del siglo XVIII y fuente de inspiración ideológica de la derecha más recalcitrante. En resumidas cuentas, están actuando como sucedáneos "light" de los originales y eso, es bien sabido, nunca vende.
Veamos, si no, qué es lo que ha hecho y qué no ha hecho la coalición actualmente gobernante. Empecemos por lo segundo: no ha derogado el marco legislativo reaccionario que instauró la reforma laboral de 2012; incumpliendo, por cierto, su principal promesa electoral. Y no solo eso, aunque mantienen que la ley será modificada antes de finalizar el año en curso, ya no avalan su total defenestración, sino que abogan por una "actualización" del marco jurídico con el propósito de adaptarlo a la nueva realidad laboral y el trabajo remoto. Señores, dejémonos de monsergas, antes de la reforma existían unas leyes laborales que no las había escrito ningún extremista y con las que la sociedad de mercado se desempeñaba la mar de bien; ¿por qué no es posible ahora volver al marco de diálogo social que los convenios colectivos posibilitaban o impedir la abusiva contratación por horas que tan lesiva se está mostrando para el ejercicio del derecho de la juventud a su emancipación? Si esta medida, tan tímida, se considera subversiva...pues apaga y vámonos. Tampoco han aprobado ninguna reforma fiscal progresiva; no hay noticias de la tasa Tobin, y ni siquiera se ha procedido a algo tan humilde y prudente como restringir el exagerado número de exenciones fiscales que el impuesto de sociedades permite.
Peor todavía es lo que han hecho: endurecer las condiciones para la jubilación anticipada (una sentencia de muerte para la juventud actual, condenada a ser una generación perdida) y proponer, aunque sea a título de globo sonda, la supresión de la bonificación por declaración conjunta del IRPF. Naturalmente que todo lo venden envuelto en el oropel de la corrección política (neoliberal, claro): para la primera medida esgrimen la sostenibilidad de las pensiones (sin contemplar la alternativa de recurrir a los Presupuestos Generales) y, para la segunda, nada menos que el estímulo a la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Lo evidente es que se pretende subir la presión fiscal a las familias donde, al menos uno de los cónyuges, es un trabajador no cualificado o, peor aún, no tiene actividad remunerada alguna (normalmente, señores de la igualdad, las mujeres de edad avanzada, absolutamente desahuciadas por el mercado laboral).
Mientras tanto, nos entretienen con esa exquisita atención a las minorías, que tanto ocupa a los medios y que tan poco impacto tiene en la vida ordinaria de las mayorías: ya es legal la eutanasia. Que conste que soy partidario del derecho a decidir sobre la vida y la muerte de uno mismo y que, de la misma forma, defiendo sin matices la igualdad ante la ley de cualquier opción de género o de sexo, pero señores míos, los partidos socialistas nacieron para atender y defender a las clases asalariadas, en definitiva, a la mayoría de la población (las mujeres y los integrantes de los colectivos LGTBI también suelen trabajar por cuenta ajena); así que una política de izquierdas solo tiene sentido si gira en torno a las necesidades de ese sector social mayoritario. De lo contrario se corre el riesgo de alejarse de los problemas de las mujeres y los hombres reales para solo identificarse con movimientos elitistas como el "Me Too" o con el puritanismo calvinista imperante en la meca del cine; glamouroso, pero para nada progresista.
Y vuelvo a Madrid y a sus elecciones. Estos comicios se han convocado y celebrado fuertemente condicionados por la pandemia del coronavirus. Frente a ella las fuerzas de izquierda han transigido con el discurso hipócrita globalmente impuesto: "la salud es lo primero", al tiempo que no han liberado presupuestos extraordinarios significativos para reforzar la plantilla de sanitarios, aumentar el número de camas disponibles, incrementar las plazas de las UCIs o, simplemente, proporcionar al proceso de vacunación el ritmo que requería. Y no solo eso, mientras han laminado las libertades individuales y anatemizado el ocio, han preservado la actividad laboral, el transporte público (para el desplazamiento de los trabajadores) y la educación. Como la ciudadanía no es tan estúpida y manipulable como algunos se piensan, resulta que muchos ya sabemos que los espacios cerrados y densamente ocupados de fábricas y oficinas son el caldo de cultivo más idóneo para la transmisión del virus; así que no nos tomen por tontos: también para ustedes "lo primero es la economía". Por supuesto que las administraciones conservadoras han hecho otro tanto de lo mismo, pero eso está en su ADN y es precisamente lo que su electorado, poco dado a consideraciones éticas, demanda. Para terminar de descolocar a las candidaturas progresistas, el equipo de Díaz Ayuso ha sabido ver la relevancia de la hostelería capitalina y adoptado una serie de medidas encaminadas a relajar las restricciones en los horarios y los aforos. Muchos, miles, de camareros han visto en tales decisiones la salvación "in extremis" de sus puestos de trabajo. Lo demás es historia, ¿aprenderán algo para la próxima?

su labor, me refiero a todas las tonalidades de la socialdemocracia, la tienen muy bien diseñada, eliminar como sea cualquier movimiento marxista