8 octubre 2023 (2): Empoderados

El empoderamiento está de moda. Se propone como el remedio a los padecimientos de las personas y los colectivos que sufren el estigma de la discriminación, el acoso o el maltrato. Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, empoderar es hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido. A bote pronto que los débiles adquieran la fuerza que precisan para dejar de serlo parece un propósito encomiable, así que lo de empoderarse tiene muy buena prensa, se aplaude desde la corrección pública y hasta se aprovecha comercialmente por la publicidad privada. Sin embargo, a poco que uno reflexione, surgen recelos y dudas razonables. La primera que me asalta es que este modo de alzarse contra el sometimiento y la injusticia delega buena parte de la responsabilidad en los oprimidos, y funda su hipotético éxito en la suma de actitudes y conductas individuales. Y eso, me parece, va en el paquete ideológico liberal que desde hace décadas vienen imbuyéndonos, por cierto, con mayor fortuna que el maoísmo y su "revolución cultural", los preceptos escritos en el Libro Rojo. Así, se exime al sistema de cualquier responsabilidad, de la obligación moral de actuar allí donde se conculquen derechos.

En segundo término, el bien anhelado nunca ha de ser el poder, sino la igualdad. Contraponer las fuerzas de unos y de otros no hace sino asumir que los procesos en los que se dirime la detentación del poder son de suma cero; es decir, que para que alguien lo cobre otro lo ha de perder en la misma cuantía. En el límite, se podría llegar a la famosa "vuelta de la tortilla" que tan bien describió George Orwell en su famosa "Rebelión en la granja". Como dijo Lord Acton, "el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente". Solo la erradicación de los privilegios y la indoblegable preservación de todos los derechos, en absoluto pie de igualdad, garantizarán la justicia para todos y la auténtica liberación de quienes sufren opresión, individual o colectiva; y esa tarea corresponde a la política y los políticos, impulsados por una sociedad reivindicativa e inconforme, no se puede delegar solo en las víctimas, que poco pueden hacer sin el apoyo del resto de la ciudadanía.