8 enero 2023 (1): ¿Meritocracia, dices?
- Javier Garcia

- 8 ene 2023
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Las ideologías tienen un problema con la moral. Todas se arrogan contar con la solución a los problemas del humano individual o de la humanidad en su conjunto. Vamos, que solo observando sus principios y siguiendo las praxis que proponen se puede edificar un mundo mejor. Pero la cuestión es que todos esos constructos intelectuales son modelos de la sociedad y el planeta demasiado simples. Así que la aplicación estricta, sin matices ni ajustes, de cualquier propuesta socioeconómica y política pasa inevitablemente por la vulneración de algún derecho, si no es completamente injusta; ya que ha de dar por inevitables ciertos medios a emplear o efectos colaterales, dañinos y alejados de la deseada ecuanimidad. O sea, que se abraza tácitamente el maquiavelismo como sinónimo de pragmatismo.
Así pasa con los colectivismos más extremos, que anatematizan la propiedad privada hasta el límite de negar el derecho "biológico" de un predecesor a proteger mínimamente a sus descendientes. Pero ese experimento no está hoy en marcha en nuestro mundo, creo que nunca lo ha estado, así que quien principalmente tiene el problema de su justificación moral es el sistema actualmente vigente en la práctica totalidad del orbe y que está regido por la ideología liberal.
Porque, si son libres la iniciativa individual y el mercado, es inevitable la desigualdad. Los ideólogos que defienden el actual orden de cosas esquivan la inmoralidad del inequitativo reparto de los bienes argumentando que quienes más tienen, los afortunados de nuestra sociedad, lo son por su inteligencia, esfuerzo, iniciativa y capacidad de asumir el riesgo; los que, por el contrario, sufren en sus carnes las dentelladas de la pobreza y la exclusión son responsables de su triste condición por su inferior capacidad intelectual o su molicie. Más aún, defienden que la competencia es el único modo de alcanzar altos niveles de productividad, de modo que, pese a lo desequilibrado del reparto, hasta los más desfavorecidos se benefician, siquiera en una menor medida, de la opulencia colectiva.
En definitiva, los valedores del orden establecido lo defienden afirmando que vivimos en una meritocracia, y que cualquiera puede tener éxito si se esfuerza lo suficiente. Sin embargo, los datos que prueban que la riqueza es, en gran medida, otorgada por la herencia son tan apabullantes que esta proposición no soporta el menor análisis científico. Pero hoy, para sostener esa opinión, que también es un hecho, prefiero fijarme en una noticia aparecida en los periódicos estos últimos días y que informa de que un tal William Rick Singer ha sido sentenciado a tres años y medio de cárcel por considerársele el cerebro y arquitecto de una trama a nivel nacional para hacer trampas, y conseguir el ingreso de los hijos de millonarios y celebridades en las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, sin los méritos oficialmente requeridos, ni disponer de más currículum que el sonoro apellido de sus padres. Por supuesto que cobraba bien cobrados tan exclusivos servicios, habiéndose probado que se hizo con más de veinticinco millones de dólares y apalancó otros quince de sus clientes. Pero lo más jugoso del caso no está en sus delitos sino en su desvergonzada confesión, durante la que afirmó que él y su contubernio abrieron una “puerta lateral" para entrar en los centros educativos más renombrados. Reconoció, de ese modo, que además de la "puerta delantera" por la que acceden los estudiantes más brillantes, existía desde siempre una "trasera", completamente legal, por la que entran otros por "legado", hijos y nietos de exalumnos o tras aportar sus familias sustanciosas donaciones. Naturalmente que todo esto se edulcora con la corrección de conceder unas pocas becas a representantes, más que brillantes, de las minorías desfavorecidas, a la par de que se "colorea" un tanto el blanco de las pieles de la inmensa mayoría de los alumnos.
Así que no existe la igualdad de oportunidades. La capacitación se compra, como casi todo en esta sociedad, y es tanto más elevada, o valorada, que a efectos prácticos es lo que importa, cuanto más cuesta, en dólares, aclaro, el adquirirla. Después de revelaciones como esta, que me hablen de los méritos de los magnates.

Oí en una entrevista a Lister, que una de las cosas que tuvo que hacer en el Frente de Aragón, fue acabar con las ocurrencias anarquistas y devolver los jamones a sus dueños ya que los anarcos los habían colectivizado 😁