8 agosto 2021 (2): Cien cimas
- Javier Garcia

- 8 ago 2021
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Este pasado lunes coroné mi centésima cumbre. Un propósito que me pude marcar cuando recién jubilado, gracias a la compañía de un gran amigo que, como yo, acababa de pasar a la mejor vida del retiro. Así, inopinadamente al principio, y con plena consciencia del empeño después, retomé una afición que había desatendido durante muchísimos años. Os confieso que el montañismo me ha ayudado a sobrellevar razonablemente bien este largo año y medio de infección y restricciones y me ha permitido reconciliarme con la naturaleza, a la que tanto siempre he amado, pero de la que llevaba décadas distanciado.
Por supuesto que esto de declararme por cien veces victorioso de los desniveles no es por arrogancia, sino que tiene el propósito de dar pie a una breve reflexión en torno a esa manía que los humanos tenemos de marcarnos objetivos. Tácita o explícitamente, siempre aspiramos a consumar algo que aún no hemos logrado. La meta puede estar en tener determinados resultados deportivos (como es el caso), concluir con éxito los estudios, empezar una carrera profesional que nos otorgue la independencia económica, conseguir el amor de la pareja, tal vez tener familia, progresar hasta puestos de responsabilidad, asegurarse un futuro sin sobresaltos económicos, mantener la salud, sobrellevar activa y dignamente el declive... Para, al fin, llegar a la misma meta que todos, sea cual sea la ruta seguida.
El caso es que, coronemos con éxito o no las misiones que nos hemos propuesto, nuestro movimiento a lo largo de la cuarta dimensión continúa imparable, haciéndose patente la futilidad de nuestro empeño por marcar mediante insignificantes muescas la regla infinita de la eternidad.
En fin, que la vida no tiene un sentido, un propósito, un fin. Creo que por eso, y a pesar de lo inane de nuestra acción, vamos poniendo mojones en ese camino a ninguna parte. Por lo menos, esas metas volantes nos posibilitan realizar un balance, justificar el esfuerzo, otorgar una razón de ser a las decisiones adoptadas, elegir nuevos destinos, mejor dicho: escoger las estaciones en las que detenerse un tanto para después reanudar nuestro imparable viaje a ninguna parte.
Por todo esto que os digo, amén de continuar con mi empeño montañero, preciso ahora de otro hito, y ya estoy barajando varios. Igual me propongo recuperar el nivel matemático que tuve cuando concluí los estudios, mejorar mi ajedrez, escribir un segundo libro o qué sé yo qué otra cosa que me mantenga activo, expectante, ilusionado y capaz de seguir dando a los míos la compañía, el apoyo y el amor que tanto me llena y por el que merece la pena vivir mil veces.

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