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7 mayo: Vacas gordas y flacas

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 10 may 2020
  • 2 Min. de lectura

No hay mal que cien años dure", "nunca llueve a gusto de todos", "no hay mal que por bien no venga"..., podría añadir muchos más adagios que ahora vienen a cuento si estuviera más ducho en aforismos y refranes populares. Lo que quiero decir es que, pese a la catástrofe que todo esto está representando para los más, hay personas, negocios, tendencias y entornos que están viviendo su particular tiempo de vacas gordas. Aunque solo sea para envidiarlos o, mejor aún, para alegrarnos de la parte que nos corresponde, dejadme que, sin ánimo de ser exhaustivo, os recuerde algunos de los beneficiarios:

•La naturaleza, que agradece la parálisis del transporte y la reclusión en sus hormigueros de la especie invasora. Aunque, como los naturalistas alertan, igual la mejoría transitoria puede devenir en cataclismo para muchos animales y plantas cuando, habituados al recobrado Edén, regresen Caín, Abel, sus pendencias y el uso abusivo de los comunes recursos.

•La milagrosa "desaparición" o, al menos, atenuación de los conflictos; de toda clase de conflictos. Supongo que los de matiz político hibernan, a la espera de las condiciones propicias para su despertar, si cabe más virulentos. Otros, especialmente los sangrientos, simplemente han dejado de ocupar espacio en los media, de modo que las tropelías campan por sus respetos.

•El igualmente taumatúrgico descenso de los afectados por patologías distintas a la ocasionada por el coronavirus. En una pequeña parte puede obedecer a las reticencias de los hipocondríacos a pisar territorio sanitario infectado, pero, en mucha mayor proporción, estamos asistiendo al efecto disuasorio, sobre enfermos reales, de la desatención de unos medios a todas luces insuficientes.

•La cuenta de nuestros gastos. Solo consumimos alimentos y fármacos... bueno, no vamos a negar que el vino y los espirituosos entran mejor que nunca y que, limitadas las opciones, nos hemos enganchado a las compras on line. De la otra cuenta, la de ingresos, mejor no hablamos.

•Las tiendas de alimentación, porque el estado de alarma ha suspendido la competencia de bares y restaurantes. Pero que se preparen cuando, olvidado el bicho biológico, vea la luz el gestante Leviatán de la depresión.

•Netflix que, como a las instagrammers más de moda, le caen los suscriptores como al alopécico el poco pelo que le queda. Claro que, por la misma desbocada demanda, le están creciendo los enanos, mejor dicho, los gigantes, como Apple, Disney, Amazon..., que nos les pase nada.

¡Alto, alto! Creía que estaba hablando de los que se beneficiaban de la situación, y ahora caigo en la cuenta de que no sé si alguno de los mencionados lo va a ser en el largo plazo. Sospecho que, como en el sueño del faraón que José interpretó, las vacas flacas se van a comer a cualquier vaca gorda que haya medrado con el forraje de esta catástrofe y, en Madrid, la comida rápida a la fruta.

 
 
 

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