7 marzo 2021 (1): Contagia/no contagia
- Javier Garcia

- 7 mar 2021
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Contagia el visitar un municipio limítrofe, paliar la soledad de una madre anciana que vive a pocos kilómetros de sus hijos, pasar una tarde con la pareja que reside más allá de las nuevas y variables fronteras, hacer senderismo, si para ello uno se ha desplazado en coche más allá de determinados límites perimetrales y, atentos al detalle, solo en caso de carecer de ficha federativa. Por supuesto que también contagia practicar deporte individual, si ello supone moverse por tres municipios. No contagia viajar desde cualquier origen europeo a cualquier destino turístico español (según publicaba el diario "El País" el 3 de marzo, 274.242 turistas continentales llegaron por avión en enero a las playas ibéricas).
No contagia trasladarse al trabajo en transporte público atestado de pasajeros, hacinados dentro de pequeños recintos cerrados y sin posibilidad de respetar ninguna distancia de seguridad. Tampoco contagia trabajar en edificios industriales u oficinas, con poca o ninguna ventilación, en estrecho contacto físico con numerosos compañeros de trabajo. Sí contagia disfrutar de una representación cultural, participar como espectador en un evento deportivo o, simplemente, compartir con otros, aunque sea bien espaciados, una terraza de un bar y degustar un aperitivo en buena compañía.
Se contagian los niños que practican deportes colectivos y se les prohíbe terminantemente el entrenar, a pesar de que puedan recurrir al sucedáneo de ingerir comida basura. No se contagian esos mismos infantes si idéntica proximidad física la causan el aula mal acondicionada o los patios de recreo diminutos.
No contagian las colas electorales cuando a los partidos políticos les interesa convocar elecciones. Sí contagian las manifestaciones reivindicativas (ahora mismo están desaconsejando la asistencia a las del 8 de marzo) y, en fin, cualquier movilización que sensibilice en torno a la desesperada situación económica y laboral de millones de ciudadanos.
Contagia el acudir a la consulta del médico de cabecera, la cirugía menor... hasta los tratamientos contra el cáncer, que han de demorarse, dicen sin inmutarse, como si eso no representara una peligro de muerte cierta para los desatendidos pacientes. No contagian todas esas prácticas si se dispone de un buen seguro médico privado.
No contagian los paseantes que, impedidos de desplazarse fuera del limitado espacio municipal, no hacen sino dar vueltas de desesperación amontonados en los centros urbanos, chocando materialmente con los que les vienen de frente. Contagian quienes, advertidos de la única dirección de movimiento permitida en los "bidegorris", caminan en sentido contrario, aunque sea en la más completa soledad.
En fin, queridos amigos que, aunque ya conocéis el eslogan con el que nos martillean: "la salud es lo primero"; a la luz de la experiencia me parece que nunca se ha derogado el que siempre estuvo vigente y se aplicó a machamartillo: "el dinero es lo primero". Por cierto, a este consabido habrá que sumarle otro, muy acorde con el puritanismo "made by May Flower" recientemente redivivo: "¡Mueran el ocio y la concupiscencia".

Tienes más razón que un santo y además se preocupan por nuestra salud aquellos que precisamente se han dedicado a saquear nuestros sistemas de salud