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7 enero 2024 (2): Más madera y menos papel

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 7 ene 2024
  • 2 Min. de lectura

La cultura vive malos tiempos, porque abundan los liberticidas que coartan y prohíben en nombre de la libertad. En los Estados Unidos de América, tristemente casi siempre a la cabeza de la reacción que fue, es y será, se ha desatado la furia inquisitorial contra las obras literarias o los libros de texto que, para un puñado de catetos empoderados por unos electorados ignorantes e instalados en los tiempos de maricastaña, contienen material lascivo o pornográfico que pone en riesgo la virginidad intelectual de sus niños y adolescentes, paradójicamente obligados a leer sobre promiscuidad, poligamia, violencia sexual o relaciones incestuosas en la sagrada Biblia, referencia y guía moral tenida por infalible (este mágico texto está exento de cualquier censura y se juzga inocuo para las más tiernas mentes, porque se escribió por inspiración divina).

Por poner un simple ejemplo, para el gobernador de Florida, el inefable rival de Trump en las primarias republicanas, Ron DeSantis, entran dentro de esta categoría de prohibidas algunas obras inmortales, como El paraíso perdido, de John Milton o Un mundo feliz, de Aldous Huxley, por no citar a los clásicos Las metamorfosis, de Ovidio o todo el teatro de Aristófanes, igualmente incluidos en ese peculiar Index librorum prohibitorum. Por supuesto que se han acuñado normativas y procedido a persecuciones similares en otros estados y condados donde mandan la incultura y el fanatismo.

Lamentablemente, tampoco el colectivo supuestamente progresista es ajeno a este maccarthismo de nuevo cuño. De modo que una legión de imbéciles, apóstoles de la corrección, andan revisando las obras y las vidas privadas de gentes que vivieron siglos ha, a la caza y captura de supuestos maltratadores machistas o de conductas y citas irrespetuosas con la comunidad LGTBI+ y las minorías étnicas. Algunos de estos botarates se han permitido "cancelar" determinados autores o textos o, rizando aún más el rizo del disparate, se han tomado la inusitada libertad de reescribir los originales, con el propósito de que estas obras adopten el lenguaje inclusivo y eviten comentarios o circunstancias incómodas para el pensamiento único.

Los libros, queridos amigos, están para que sean leídos sin coacciones, sin juicios previos a sus contenidos o a sus autores, y en las únicas versiones que merecen ser consideradas: las que respetan la literalidad de sus páginas, tal cual fueron concebidas por sus creadores, cuya condición moral no ha de ser tenida en cuenta a la hora de juzgar su obra. Voy aún más allá: considero conveniente la lectura de los libros y los autores más abyectos que hayan visto la luz, porque comprender la vileza, entender sus causas y saber de sus falaces justificaciones nos rearma contra las ideologías más perversas y nos da pistas de por qué vericuetos se cuelan los mensajes más abominables y cómo una detestable ideología puede hacerse con la aquiescencia de todo un pueblo.

Allí donde se queman los libros, se acaba quemando personas (Heinrich Heine, poeta y ensayista alemán del siglo XIX)

 
 
 

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1 comentario


Luis Fernandez Ovalle
09 ene 2024

pero es que alguien lee?

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