7 agosto 2022 (2): De burros y elefantes
- Javier Garcia

- 7 ago 2022
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Al circo mundial este le están creciendo los enanos. Con la economía global ya cortocircuitada por la guerra ucrania, va la presidenta de la Cámara de Representantes norteamericana y se da una vuelta por Taiwan. La respuesta china no se hace esperar ni un solo día y la gran potencia asiática emprende gigantescas maniobras militares alrededor de la isla, aislándola (permítaseme la reiteración) y paralizando la exportación de microchips que, cómo estará de desvariado este planeta, se producen solo allí.
A no ser que admitamos la posibilidad de que el mundo está dirigido por estultos histriones, esa inoportuna e impertinente visita de la octogenaria lideresa demócrata ha debido responder a una estudiada estrategia de rampante confrontación con toda esa parte del globo que se opone a hacer la ola con cada decisión adoptada desde la metrópoli del imperio. Y, claro, esa actitud arrogante y pendenciera solo puede obedecer a dos razones curiosamente opuestas: o la primera potencia mundial se siente mejor capacitada que nunca para ahogar cualquier indicio de insumisión a su férreo dictado, o estamos asistiendo a los últimos estertores de un orden internacional que se resiste ferozmente a claudicar, opta por huir hacia delante y decide morir matando.
No me preocupa gran cosa cuál de las dos hipótesis es la verdadera, porque las consecuencias son, serán, las mismas: la muerte y el sufrimiento de millones de seres humanos y la recesión económica que sumirá en la miseria a centenares de millones de personas más. No sé, pues, ni me importa, si los inseguros y titubeantes pasos dados por la anciana parlamentaria sobre las pistas del aeropuerto de Taipei eran certera alegoría del estado real de la nación que representa o simple evidencia de que el poder lo detenta una gerontocracia descalcificada más preocupada por la supremacía internacional de sus grandes empresas que del bienestar de su pueblo y de su ya inevitable e inminente deceso.
Reparo en este punto en la paradoja de que son las administraciones demócratas, más progresistas que las republicanas en el imaginario popular europeo, las más injerentes en los asuntos de los pueblos allende sus fronteras. Así que cuando se celebren las próximas elecciones presidenciales norteamericanas ya no estaré tan seguro de preferir la tozudez del burro metete a la nostalgia del elefante memorión y reaccionario.

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