6 junio 2021 (2): El reloj parado
- Javier Garcia

- 6 jun 2021
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En estos días de la que se supone desescalada definitiva del dichoso coronavirus se han producido los enésimos choques competenciales entre el Gobierno de España y varios de los de las distintas Comunidades Autónomas. La cosa tendría alguna gracia si, tras las controvertidas alternativas de unos y otros, hubiera razones o posicionamientos científicos fundadamente discrepantes; sin embargo, lo único que transluce esa ausencia de sintonía es que se trata del consabido y estéril concurso de "quién la tiene más larga". No puede ser de ninguna otra forma, puesto que los más garantistas de la salud pasan a ser partidarios del desmadre libertario y viceversa en ajustada contrafase con las propuestas e iniciativas de la otra parte.
Nada nuevo bajo el sol, porque el principal partido de la oposición también ha decidido sobreactuar tanto que, hasta en un conflicto internacional con el vecino del sur, se ha permitido la frivolidad de alinearse con el extranjero y dificultar la labor diplomática de la nación.
Si hablamos de "las cosas de comer", los Presupuestos Generales del Estado fueron aprobados con la incorporación de tan solo trece enmiendas, la mayoría de las cuales (no estoy seguro de si todas) procedía de los grupos parlamentarios que en su día apoyaron la investidura del actual Presidente. En el caso de los Presupuestos de la Comunidad Autónoma Vasca, también se rechazaron las más de mil enmiendas, parciales y a la totalidad, de las planteadas por la oposición y, qué curioso, lo mismo ocurrió en el debate parlamentario de las cuentas gallegas, donde el grupo mayoritario que sostiene a la Xunta rechazó todas y cada una de las mil ciento setenta y seis enmiendas presentadas por sus opositores. Y no sigo porque, casi con toda seguridad, también se ha incurrido en este dislate en el resto de los parlamentos autonómicos.
De todo esto se concluyen varios corolarios inquietantes, el primero es que en los parlamentos y, en general, en el desempeño cotidiano de la función política española, "no se hacen prisioneros" y que se practica la máxima esa de "al enemigo ni agua". El segundo es que el debate es un diálogo de sordos en el que nadie escucha a nadie ni examina con la más mínima atención las propuestas alternativas a las suyas y, finalmente, que se desperdicia todo un caudal de diversidad de ideas entre las que, sin duda, las habría brillantes, por mor de una lucha política en la que lo único que importa es la detentación del poder.
Como los ejemplos que he puesto dejan en mal lugar a la totalidad del arco parlamentario español, no queda otra que concluir que a nuestras señorías, legisladoras o integradas en los distintos ejecutivos, no las adornan el patriotismo, el sentido de estado ni el espíritu de servicio, sino que se mueven al albur del interés propio o del de los partidos de los que forman parte.
Acabo, se ofende la inteligencia y se frustran las expectativas de buen gobierno de los electores porque no puede ser que el oponente nunca tenga la razón, nunca sea capaz de aportar nada y todo, absolutamente todo, lo haga mal. Señoras y señores políticos, hasta un reloj parado da la hora con absoluta precisión dos veces al día.

Cierto, para algunos los títulos no dicen nada de la preparación de las personas, es más, comentan que de la universidad cada día se sale peor preparado. Pero curiosamente los que dicen esto son los que luego compran títulos y que casualidad, en universidades privadas y presentadas como el no va más en la preparación.