6 junio 2021 (1): Políticos o predicadores
- Javier Garcia

- 6 jun 2021
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Dada la incapacidad manifiesta de nuestra sociedad para encarar debidamente los terribles problemas que la aquejan, ha cobrado inusitada fuerza una forma de ver la realidad que muy bien podríamos llamar neoidelialismo. Según esta tendencia en auge, todas las grandes cuestiones que se le plantean a la humanidad tienen adecuada respuesta en la suma de actitudes individuales. Así que, como dijo un conocido cómico español remedando una icónica frase del cine negro, nos sermonean. Da la impresión de que la función de los políticos de hoy es dar lecciones de moral a la ciudadanía, al parecer deshonesta e insolidaria hasta extremos inauditos.
De sobra he hablado en estas páginas de las continuas apelaciones de todos los ejecutivos a la responsabilidad ciudadana en la lucha contra la COVID. Al parecer de quienes nos gobiernan la evolución de la pandemia solo depende de si cada uno de nosotros se pone bien la mascarilla, se aparta cuando alguien pasa por su lado o se refriega las manos con gel hidroalcohólico cuando ha de toquetear en los estantes de los supermercados. De la misma manera, todos los problemas de género, incluida la violencia machista, se reducen a la actitud reaccionaria ante la pérdida de prebendas de, según una parlamentaria española, "los varones cis hetero blancos". Igual explicación tiene el deterioro medioambiental, que no halla otros causantes que nosotros, los ciudadanos de a pie, que consumimos combustibles fósiles en exceso, somos unos comodones que exigimos que la fruta nos venga peladita en recipientes de usar y tirar, y no nos resignamos a que el ochenta por ciento de nuestras cocinas lo ocupen los cinco recipientes que se necesitan para la separación y el reciclaje de los residuos. Termino con un asunto de candente actualidad: la carestía de la factura de la luz. Ante este problema, que golpea especialmente a las clases más bajas, al Gobierno de la nación no se le ha ocurrido otra forma de combatirlo que imponer unas tarifas vinculadas al horario de consumo con el pretexto, nuevamente, de que los contribuyentes tenemos que poner de nuestra parte para repartir la demanda de energía a lo largo de las veinticuatro horas del día; el colofón de la reprimenda eléctrica de la señora primera vicepresidenta ha sido de esos que recuerdan al romance del Conde Arnaldos ("yo no digo mi canción sino a quien conmigo va"), vamos que se ha soltado su melena, digo su moldeado, de la siguiente guisa: "el temazo no es a qué hora se plancha, sino quién plancha".
Lo indignante del caso es que haya que recordar que los políticos, los gobernantes, no están para atormentarnos con sus anatemas, sino para proponer y legislar en aras del bien común. Así que todos esos problemas de los que hablo en el párrafo anterior tienen una adecuada respuesta colectiva en el marco de leyes más justas e igualitarias y reglamentos inteligentes, susceptibles de ser ejecutados a un coste razonable. Veamos, mejor nos hubiera ido con el dichoso virus si las administraciones europeas, desde la Comisión de la Unión hasta el último ayuntamiento, se hubieran puesto las pilas desde el principio y hubieran, por ejemplo, desplegado un equipo de rastreadores de los focos de contagio capaz de detectar precozmente todos los epicentros de la infección, si hubieran incrementado el número de médicos, de asistentes técnicos sanitarios, de camas y de plazas en las UCIs para atender debidamente a todos los pacientes y si, en fin, hubieran destinado los recursos humanos y materiales para vacunar a toda la población en un tiempo considerablemente más corto del que están empleando (en España la primera vacuna se administró el ya lejano 27 de diciembre de 2020). La desigualdad de género, por su parte, no tiene mejor antídoto que la culminación de un cuerpo legislativo y normativo que acabe, de una vez por todas, con el más mínimo atisbo de discriminación; por descontado que la violencia de género tendría una mejor respuesta si se modificara el Código Penal en la dirección del endurecimiento de las penas y si se limitaran sensiblemente las medidas de gracia o las reducciones injustificadas del tiempo en prisión de los convictos. En cuanto a la contaminación, qué puedo decir sino que no es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia. Así que una ley que restringiera, o prohibiera definitivamente, el empleo de envases de uso único y otra que marcara un camino paulatino, pero rápido e intransigente con los lobbies, hacia el consumo de energía 100 % renovable harían mucho más por nuestro planeta que la bienintencionada actitud personal de consumir menos o reciclar. En cuanto a la factura de la luz, dejémonos de historias, señores del Gobierno, desmantelen de una vez el cártel de las eléctricas, que disponen de recursos para hacerlo.
Termino: los estrados no son púlpitos.

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