top of page

5 julio (2): Elecciones

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 5 jul 2020
  • 3 Min. de lectura

Falta una semana para que se celebren las elecciones al Parlamento Vasco. Lo digo sin pizca de emoción, pero que no se me malinterprete, no se trata de que desdeñe el ejercicio del voto ni, por supuesto, la democracia, que continúa siendo el sistema político menos malo. Mi abulia tampoco obedece a un desinterés por lo vasco, siempre tan presente en mis cavilaciones. Ni a una descalificación groseramente generalizadora de la clase política; en absoluto comparto la sobada y reaccionaria frase "todos los políticos son iguales", porque no lo son, porque hay muchas personas honestas y entusiastas que entienden su compromiso partidario y la responsabilidad de un cargo público como un acto de servicio a la comunidad. Ni, para acabar, me desmoviliza el más que probable triunfo del partido que nos lleva gobernando cuarenta años.

Lo que me ocurre es que percibo el margen de maniobra de este, y de cualquier otro gobierno, tan limitado y sofocado por las condiciones de contorno que, sea cual sea la opción que triunfe, no albergo esperanza alguna de que se afronten los enormes problemas que tenemos con el brío y las medidas rompedoras que la situación extraordinaria que vivimos exigiría. Verás, animoso seguidor de este blog, la plasmación programática más genuina de cualquier política está en los presupuestos. Pues bien, está fuera de toda duda que, en unas circunstancias como las actuales, presididas por un retracción de la iniciativa privada como no se conocía desde la debacle del 29 del siglo pasado, corresponde al estamento público liderar la recuperación y esta, claro, cuesta mucho, muchísimo, dinero.

El problema es que ni el Gobierno Vasco, ni el Gobierno de España, son soberanos en cuestiones económicas. Por el contrario, quienes deciden las líneas generales que en política económica debemos seguir son el Banco Central Europeo, la Comisión de la Unión Europea (más concretamente, para quienes compartimos la divisa común, su Eurogrupo) y el Fondo Monetario Internacional; instituciones todas ellas muy poco democráticas (porque no son elegidas por el voto directo de la ciudadanía). Por si este corsé no fuera suficientemente asfixiante y poco legítimo, precisamente por presión de estos estamentos internacionales, se nos ha incorporado a tratados de libre comercio con terceros países, vigilados por tribunales arbitrales con jurisdicción para condenar a países soberanos a demanda de empresas privadas.

Sentados estos hechos, volviendo a la cuestión financiera y vista la extrema necesidad de recursos extraordinarios, una administración tiene tres formas de conseguir más dinero para implementar las medidas por las que apuesta: incrementar la recaudación fiscal, imprimir billetes o recurrir al crédito. Si lo que se pretende es recaudar más, entre otras cosas habría que crear nuevos impuestos para las transacciones internacionales y vigilar estrechamente la ingeniería fiscal, cuando no el fraude puro y duro, de las grandes empresas globalizadas. Pero, como he explicado algo más arriba, las compañías transnacionales hablan de tú a tú a los estados en los tribunales y, los mismos socios europeos, algunos de ellos por lo menos, practican un descarado dumping fiscal.

Bueno, me dirás optimista lector, pues si no podemos recaudar, creemos el dinero que necesitamos. Tampoco parece posible, porque nuestro Banco Nacional no posee divisa propia, no cuenta con la capacidad para emitir papel moneda discrecionalmente ni, claro, para devaluar cuando las circunstancias lo aconsejen.

Si aún persistes inasequible al desaliento, quizás creas que pueden obtenerse créditos a buen precio. Ni por esas, los prestamistas, que son o están representados por esos de la Troika que ya he citado, tienen la potestad de determinar cuánto se puede fiar y de imponer las condiciones para su devolución, normalmente draconianas. Comprobarás cómo, desgraciadamente, tengo razón cuando finalmente se expliquen el montante limitado del denominado fondo de recuperación europeo y los ajustes austericidas que se exigirán para disfrutarlo.

Si todo esto es así, ¿qué puede hacer el Gobierno Vasco?: continuar con su política de apoyo a la cultura, que está muy bien; garantizar los derechos y libertades civiles para todos, protegiendo a los colectivos desfavorecidos, como las mujeres, los inmigrantes o aquellos de orientación sexual o identidad de género minoritarios y... administrar la escasez. Nada más.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo
30 noviembre 2025 (2): El bazar en la red

Como hace tiempo que había dejado de prestar atención a las redes sociales, casi me había olvidado de la enorme capacidad de creación de negocio que fluye digitalizada. Es por eso que me ha pillado de

 
 
 
23 noviembre 2025 (3): Tsunami de despropósitos

El mismo día que el fiscal general del estado era insólitamente condenado por una filtración informativa, cuyo origen en la acusación pública no parecía evidente, salvo para el tribunal que lo juzgó,

 
 
 

Comentarios


Formulario de suscripción

688806378

©2020 por El observador inercial. Creada con Wix.com

bottom of page