4 septiembre 2022 (2): The walking dead
- Javier Garcia

- 4 sept 2022
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Hace aproximadamente tres décadas que concluyó la denominada Guerra Fría con la victoria incontestable de uno de los dos bandos. Casi desde el primer momento de aquella postguerra a alguien se le antojó muy incómodo el reparto del mundo que había resultado de los dos conflictos globales del siglo XX y, consciente de su posición hegemónica, comenzó sin más dilación a enredar en torno a las fronteras y las áreas de influencia establecidas.
Cual matón pendenciero, dio rienda suelta a sus desaires y provocaciones, persuadido de la medrosa y débil posición de aquel adversario. Las cosas le fueron más que bien hasta que, como suele suceder en estos casos, o el pusilánime termina por aprender técnicas de lucha y pone todo su esfuerzo en armarse hasta los dientes, tratando de remedar la arrogancia y la fortaleza de su poderoso oponente o, acorralado, ya no puede seguir retrocediendo y no le resta otra que huir hacia delante.
Así que el ahora insolente ha puesto el pie en la pared y tornado su sumisión de conveniencia en descarnada agresividad. Y, por supuesto, como la Caja de Pandora ya estaba abierta, tampoco él ha tenido empacho en cuestionar las fronteras establecidas y, lo que es más grave, en enmendarlas por la fuerza.
Lo peor de todo, sin embargo, está por venir, porque las divisorias entre países son solo trazos sobre un mapa, y han sido tantísimas veces garrapateados, borrados y modificados que, remontándose lo suficiente en el pasado, no hay reivindicación territorial que no tenga una cierta justificación histórica. Así que, queridos amigos, el ensordecedor intercambio de bofetones en el Este de Europa ha interrumpido el inquieto sueño de los zombies de los nacionalismos que, convencidos de que es plenilunio y noche de Halloween, han salido de sus tumbas dispuestos a devorar cualquier delimitación política establecida que pillen por delante. Así lo ha entendido el régimen iliberal polaco que, de una sola tacada, solicita de Alemania una indemnización de más de un billón de euros por el concepto de los daños ocasionados con motivo de la invasión de 1939 y, a la vez, demanda como suyo el enclave ruso de Kaliningrado, el viejo Königsberg, otrora capital de Prusia Oriental. Del mismo modo, Ankara y Atenas andan intercambiándose amenazas a cuenta de las islas del Egeo.
Pero esto es solo el principio, en el gallinero en que se ha transformado la Unión Europea las disputas por las escasas materias primas y el conflicto de intereses desencadenado por las sanciones a Rusia seguro que harán aflorar otros viejos y larvados contenciosos. De momento se agrava la crisis energética, porque la UE, a mi parecer yendo de farol y sin cartas, ha decidido dar otro órdago topando (perdón, es el palabro de moda) el precio del petróleo procedente de Rusia. Naturalmente que los venenciadores de ese sacrosanto néctar han reaccionado cortando el suministro del gas a Alemania. Veremos cómo se gestiona todo esto, con España y Alemania apostando por unir su destino a las reservas gasísticas argelinas y Francia renuente a ser el convidado de piedra que vea circular por su territorio el preciado fluido sin catarlo o, en el mejor de los casos, recibiendo menguadas compensaciones por el derecho de paso.
A todo esto, y como signo de que no es el tiempo de la diplomacia ni de los acuerdos, se nos muere el último presidente de la Unión Soviética, en medio de cierta indiferencia general y vilipendiado en su propio país, donde un nutrido sector de la opinión pública lo califica de entreguista, por burlado en su momento a causa de su ingenua confianza en la buena voluntad de la contraparte.

el “extinto” presidente creo que era conocido como “Miguelito el del sobre” o “Miguelito el comisionista”