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4 mayo 2025 (1): Pocas luces y muchas sombras

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 4 may
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: hace 6 días

En este siglo XXI de los cojones no ganamos para sustos: nuestra civilización occidental inició el calvario en el mismísimo 2001, primero del centenio, con el tambaleo del imperio por el ataque a varios de sus emblemas: las torres gemelas y el Pentágono; seguimos con la catástrofe financiera de las hipotecas subprime, de 2007 y 2008; cuando nos creíamos en los felices veinte redivivos nos golpeó la pandemia, después vinieron el volcán de La Palma, la DANA de Valencia... y ahora se nos apagan las luces.

Todavía no acierto a elegir como causa de la reincidencia de los siniestros colosales (exceptuando las guerras, que por estos lares nos traen al pairo) entre la pura casualidad o la acumulación de circunstancias que los propician. Pero me voy decantando por la segunda opción. Creo que el mundo ha entrado en una carrera hacia la complejidad inmanejable, con recursos limitados para afrontarla por lo finito de la naturaleza y la avaricia de quienes controlan el cotarro que, obviamente, aumentan los riesgos de toda índole. El ataque yihadista al corazón de los Estados Unidos fue posible porque estos mantuvieron una relación contradictoria con los grupos fundamentalistas, que fueron sus fieles peones en el estertor final de la guerra fría, lo que facilitó el movimiento de los violentos por todos los países occidentales. La crisis bancaria fue producto de la codicia sin límite de la mano de la financiarización de la economía. La pandemia se inició probablemente porque las cadenas alimentarias no garantizaron, ni garantizan la inocuidad de los productos que se consumen, y se extendió porque el orbe es muy pequeño y, en muy pocas horas, cualquier virus o bacteria puede recorrer el globo. El volcán es imparable y de él no voy a decir ni mu, aunque seguro que lo que se hizo para paliar la catástrofe fue, y será ahora mismo, insuficiente. La DANA estuvo pésimamente gestionada, no es necesario abundar en el desastre. Y el apagón que han sufrido España y Portugal ha sucedido porque la grill eléctrica crece y se acompleja sin que los medios aumenten y mejoren a la par; cosas de la privatización de servicios esenciales.

Y digo lo último porque la empresa Red Eléctrica acaba de reconocer que todo ha sido consecuencia de una caída de la corriente de fuente solar acontecida en el Sudoeste español. Naturalmente que el Sol no se ha transformado en enana negra ni en gigante roja, ni las células de silicio han dejado de comportarse como las leyes naturales les imponen, transformando la energía de los fotones en movimiento electrónico. O sea, que la debacle ha debido tener lugar después. Una vez creada la diferencia de potencial y puestos los electrones en marcha, en algún punto de su recorrido, débil por algo que debía de saberse y no se corrigió o por la impericia de alguien, ha habido algún conductor, transformador o lo que sea que ha cascado, o se ha desconectado para evitar males mayores, y generado algún pico o valle de tensión que el sistema no ha podido soportar. Y eso es lo que no quieren aclarar porque tal precisión conllevaría el reconocimiento de que algo no estaba en condiciones de funcionar adecuadamente, por lo menos por encima de una determinada oferta, demanda o debido al deterioro por el uso.

O sea, que o no se han realizado todas las inversiones necesarias (especialmente en lo que se refiere a sistemas de control) o el mantenimiento es manifiestamente mejorable o las dos cosas. Todo apunta a esto porque las declaraciones confusas y la insistencia en explicar la tragedia por los efectos y sin aclarar las causas desnuda a quienes parecen responsables.

Y todo ello en un mundo que no puede subsistir sin fluido eléctrico y sin comunicaciones masivas. Todas las operaciones de compraventa precisan de la redes eléctricas y de comunicación, hasta las fruterías, carnicerías o pescaderías debieron cerrar porque se pesa con balanzas que dependen del suministro eléctrico y han de recoger en sus memorias las sucesivas operaciones. La práctica totalidad de los trabajos se soportan en estos medios y no se entienden la educación, el tiempo libre y los deportes sin el concurso de la luz y los taquígrafos digitales.

Pues, o proporcionamos a estos medios la solidez y fiabilidad que parece que no tienen o aprendemos a vivir de otra forma. Yo, por si acaso, siempre he contado en mi casa con una buena radio analógica con onda corta, un par de linternas, varias velas y sus correspondientes palmatorias y mi cocina funciona con gas. Que estos sustos se espacien algo más, por favor.

 
 
 

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