4 julio 2021 (2): 15%... menos da una piedra
- Javier Garcia

- 4 jul 2021
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Esta semana que ahora concluye ha visto el acuerdo entre 130 países y jurisdicciones que establece un tipo mínimo del 15% para el impuesto de sociedades; no parece nada del otro mundo, ya que es el porcentaje de retención del tramo más modesto del IRPF español (entre 20.200 y 35.200€ de ingresos brutos anuales). El tratado también incluye el compromiso de que las empresas habrán de tributar en todos los estados donde ejercen actividades, con independencia de que tengan o no sedes sociales.
Pese a lo tímido de la iniciativa, sin duda se trata de una gran noticia porque, hasta ahora, las grandes corporaciones globalizadas no contribuían prácticamente nada, pese a reconocer escandalosos beneficios. De todas formas, hay “letra pequeña”, ya que la obligación acordada solo concernirá a empresas con una facturación mundial superior a los 20.000 millones de dólares, a las que se pruebe una rentabilidad superior al 10% y únicamente allí donde facturen un mínimo de un millón de dólares. Todavía es más inquietante que las jurisdicciones sin sede social solo se repartirán entre un 20 y un 30% del beneficio residual, tras captar el 10% del impuesto correspondiente a la rentabilidad la hacienda del estado donde se halle la sede matriz de la compañía.
Sin duda que todo esto dará juego a los numerosos ardides, legales, alegales o ilegales, de la ingeniería financiera. Uno muy obvio es trasladar la sede social a los paraísos fiscales no signatarios del acuerdo; en los que, dependiendo de la opacidad consentida,ni siquiera se podrán conocer los estados contables.
Por otro lado, el tratado deja fuera las actividades y beneficios de las empresas que, siendo enormes, no alcancen el tamaño mínimo colosal que aquí se contempla. No es difícil colegir, por tanto, que la mayor parte de la actividad económica y financiera mundial permanecerá en el estado desregulado y evasivo actual, y aquí me vienen a la cabeza muchas constructoras españolas que, aunque grandísimas e internacionalizadas, están por debajo de los umbrales cuantitativos establecidos.
Con todo, e insistiendo en lo positivo del paso dado: el acuerdo para el aumento de la presión fiscal a los beneficios empresariales llega tras décadas de saldos y prebendas, sentando el necesario precedente para seguir avanzando por el camino de la progresividad impositiva. De momento, y para el primer ejercicio tras la entrada en vigor del tratado, se espera el reparto de 250.000 millones de dólares entre los erarios públicos signatarios.

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