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31 diciembre 2023 (2): Se está dirimiendo el futuro del mundo

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 31 dic 2023
  • 3 Min. de lectura

Estamos en un momento crítico de la historia, y cuándo no, guerra caliente y fría mediante, entre el unilateralismo hegemónico, que se instaló como amo del mundo tras la victoria contra el bloque soviético, y el multilateralismo emergente.

Durante 2023 el conflicto bélico amplió sus frentes. Al ya largo contencioso ucraniano, abierto con la agresión rusa, pero que tuvo su precedente en la ininterrumpida y creciente presión que Occidente viene ejerciendo desde hace lustros en las fronteras del antiguo coloso comunista, se le ha sumado el desencadenado tras el sorpresivo ataque de Hamás en suelo israelí, que ya cuenta con numerosas ramificaciones en otros lugares: los hutíes rebeldes de Yemen, a la par que se las tienen tiesas con la coalición liderada por Arabia Saudita, han decidido hacer del golfo Pérsico un nuevo campo de batalla, colapsando el comercio mundial, al tiempo que el gobierno judío amenaza al Líbano con una invasión de su territorio si las fuerzas de Hezbolá persisten en el hostigamiento fronterizo.

Pero el espacio en disputa es aún mucho más vasto. En los países del Sahel, y en buena parte del extenso Sahara, se ha cronificado la inestabilidad. Los señores de la guerra controlan amplias zonas y se suceden los golpes de estado que, por cierto, están acabando con los últimos reductos del neocolonialismo francés, sustituido en lo militar por las milicias mercenarias próximas a Rusia.

En el Extremo Oriente son frecuentes las apelaciones conminatorias chinas a la reunificación con Taiwan, y en la zona se realizan maniobras militares de los bloques enfrentados casi sin solución de continuidad; por cierto, con un notable protagonismo de los estados oceánicos, otrora emblemas del pacifismo, que llevan un tiempo armándose hasta los dientes.

Hasta existe el riesgo de que se abra un nuevo frente en el nuevo mundo, porque tras la anexión de un pequeño, pero riquísimo territorio de Guyana por Venezuela, anda la armada británica, o sea la joya bélica de la vieja metrópoli, al quite.

Por supuesto que a la destrucción y la sangre las acompañan las continuas refriegas y escaramuzas económicas: el bloque occidental impuso durísimas sanciones económicas a Rusia, mayormente restringiendo o suprimiendo las compras de combustibles fósiles, al tiempo que congelaba cuentas y valores vinculados a los plutócratas afectos y al propio gobierno ruso.

La tecnología también se ha utilizado como arma arrojadiza, los Estados Unidos se pasaron por el arco del triunfo eso de la libre competencia y proscribieron, en su territorio y en el de sus países satélites, el 5G de Huawei, el más avanzado en aquel tiempo. Claro que los chinos no se quedaron con los brazos cruzados y contraatacaron manipulando el mercado de las tierras raras, reforzando otras marcas (el éxito en Europa Occidental de Xiaomi entre las gamas media y baja de móviles es espectacular) y, sobre todo, con una imbatible oferta de automóviles eléctricos, sector en el que, o desde el otro lado se imponen disuasorios aranceles, que a su vez generarían una cascada de contramedidas, o los vehículos norteamericanos, japoneses y europeos lo tienen más crudo que el sushi.

Por supuesto que la política también desempeña un importante rol. Las fuerzas del Sur emergente pretenden organizarse como una suerte de nuevos no alineados, aunque sus principales actores, India, Brasil y Argentina, permanecen en un cierto limbo de neutralidad, porque aún no han decidido qué partido tomar.

Termino precisando que se ha intervenido hasta en el frente cultural, obstruyéndose en algunos países la distribución de la literatura clásica y moderna rusa, silenciando los medios de comunicación del enemigo y condenando a todos los deportistas del país eslavo al completo ostracismo internacional (me pregunto por qué si esta medida se considera justa respuesta a una agresión militar no se pone en práctica contra los otros numerosos matones que van avasallando por el mundo).

Y en ese estado de alta tensión vamos a dar la bienvenida a 2024. No espero treguas de ningún género, el conflicto se prolongará hasta la aplastante victoria de uno de los dos bandos.

 
 
 

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