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30 octubre 2022 (2): Dioclecianos

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 30 oct 2022
  • 3 Min. de lectura

Los esbirros del poder, cual los decadentes emperadores romanos, andan desatando persecuciones de todo lo que, bajo su hipersensible criterio, amenace al orden establecido. El otro día hablé de su campaña contra la previsión social y hoy me toca comentar la que han emprendido contra los jóvenes. Un mediático tertuliano de una cadena televisiva y, se supone, economista de pro "progre" (valga la cacofonía), contestaba hace pocos días a una joven, que se quejaba de los inaccesibles alquileres de Madrid, reprochándole su escasa adaptabilidad a las circunstancias por no mudarse a Móstoles y resistirse a emplear el servicio público de transporte, obviando que incluso en la patria chica de las empanadillas cuecen habas a calderadas, y que también allí la emancipación es un delirio para quienes ingresan el salario mínimo. Casi de modo simultáneo, un académico de la lengua, de ramalazo reaccionario y comercial obra literaria, afirmaba que los jóvenes de hoy crecen híper protegidos y que, por eso, se perciben viviendo en un mundo ideal, ignorantes de la que se les viene encima e inermes ante los competidores que maduran rodeados de penalidades y escaseces. Y, hace pocas jornadas, una presidenta de Comunidad Autónoma, cuya única actividad profesional conocida, antes de los altos cargos que últimamente ha ostentado, era la de gestora de las redes sociales del perro de una de sus predecesoras, se descuelga declarando que las nuevas generaciones lo tienen todo y les falta cultura del esfuerzo.

De más está decir que lo único objetivo y constatable con la estadística es que la juventud de hoy está mucho mejor preparada que la de cualquier época anterior, que los niveles de exigencia para acceder a cualquier empleo o función son mucho más elevados que los que sufrieron esos maduros que ahora mean colonia y que la competencia por abrirse paso en esta selva en la que se ha convertido la sociedad de hoy es durísima, sin necesidad de que vengan a disputar las pocas alubias disponibles los procedentes de territorios devastados por la miseria o la guerra.

Os preguntaréis entonces por qué estos  privilegiados, vete a saber si de la fortuna o el dedo, muestran su inquina hacia las nuevas generaciones de manera tan vehemente. Creo que lo hacen porque ellos y el sistema que defienden son decididos partidarios de eso de que la mejor defensa es un buen ataque. Y es que saben de la insoportable situación de los jóvenes actuales, a los que se les ha hurtado cualquier proyecto de vida, y de la más que probable explosión de conflictos sociales sinnúmero cuando los agraviados se organicen y movilicen en respuesta a tanta injusticia. A esta circunstancia se une la evidencia de que el absentismo electoral del sector juvenil de la población es muy elevado y, por tanto, agraviarlo tiene un bajo coste. Finalmente, y como en todo imperio decadente, las cúspides de las pirámides social, económica y política están llenándose de ancianos que se creen inmortales y temen su desplazamiento por los que nacieron después de los Beatles. Y eso empezando por el emperador de Occidente que, pese a sus lapsus e inseguros andares, pretende presentarse a un segundo mandato con más de ochenta años. Lo mismo que el de Oriente que, con sesenta y nueve brejes, acaba de asegurarse otro lustro... y todos los que vengan después. Termino reconociendo que por lares mucho más próximos no estamos legitimados para lanzar la primera piedra: un presidente de Comunidad Autónoma, ya octogenario, anuncia que se presentará a la reelección y el que dice que será nuestro próximo presidente del Gobierno, ahora en su etapa "junior" de jefe de la oposición, ya ha cumplido los sesenta y un años... y dado muestras de su lozanía y preparación cuando el otro día mentó la obra "1984" de George Orwell para, a renglón seguido, desbarrar afirmando que esa era la fecha de su publicación. ¡Mecachis!

 
 
 

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1 comentario


Luis Fernandez Ovalle
13 nov 2022

Recuerda que Diocleciano, aunque ya enfermo, se retiró a Dalmacia a cultivar alcachofas, para nuestra desgracia su ejemplo, lo de retirarse, ha cundido poco

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