30 octubre 2022 (1): Fabulaciones
- Javier Garcia

- 30 oct 2022
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Disculpadme mis ínfulas de fabulista, pero remedando a Esopo os voy a contar una de mi propio caletre: "paseaban una mañana de temperaturas suaves y atmósfera transparente dos perros; el uno de gran porte e intimidantes fauces y el otro de esos diminutos y enternecedora mirada. Deambulaba el primero libre de toda atadura y a cierta distancia de su despreocupado dueño mientras que el segundo caminaba atado en corto, casi pegado a las pantorrillas de su amo. Y ocurrió que se cruzaron sus caminos, para desasosiego del humano del perrillo, que trataba sin fortuna de interponerse entre su pequeño y el amenazador mastín. Una vez establecido el estrecho contacto físico propio de los canes, estos iniciaron un diálogo de feromonas y gestos que, traducido a la humana lengua vino a discurrir así:
-Hola, quisiera ser tu amigo -inició trémulo la conversación el "toy".
-¿Amigo, dices? Soy quien rige el perruno universo de este barrio y solo me codeo, y disputo mi posición, con quienes lucen un tamaño similar al mío y pueden hacerme sombra. Tú ni siquiera eres libre; mírate, siempre reprimido en tus instintos por esa maldita correa que te une al amo -le contestó amenazador el imponente y malencarado perrazo.
-El pobre lo hace por mí, porque cree que así me protege y, de paso, respeta la legalidad; tu dueño infringe las normas y te otorga esa libertad de la que yo estoy privado no por amor, sino por comodidad, porque sabe que te puedes defender y, también, por qué no decirlo, porque te teme -replicó el perrillo, cada vez más medroso.
-Pues que sepas que todas vuestras cauciones no van a servir de nada, yo impongo mi autoridad por dondequiera que paso, y más si me es tan fácil como contigo -y dicho esto, con un rapidísimo movimiento, el bruto hizo presa en el frágil cuellito de su infortunado interlocutor y, de una sola agitación, lo desnucó."
Cualquiera que tenga, o haya tenido, la maravillosa experiencia de compartir unos años de su vida con uno de esos adorables pequeños canes que cotidianamente han de enfrentarse al riesgo de los perros de razas peligrosas y sus desaprensivos amos sabe de lo que estoy hablando, y de lo certero de este estremecedor cuento. Si ahora, queridos lectores, otorgáis el papel de los humanos a los estados, el de los mastines a las fortunas colosales y las multinacionales y el de los "toys" a los ciudadanos que viven de su trabajo, repararéis inmediatamente en que, mientras los grandes capitales se mueven libremente de uno a otro paraíso fiscal sin rendir cuentas a hacienda alguna, los trabajadores por cuenta ajena tienen prohibida cualquier transacción comercial de más de mil euros en metálico. De la misma forma, si alguno de esos grandes financieros entra en problemas, los estados acuden inmediatamente a su rescate... con el dinero de los pequeños contribuyentes, claro, mientras que ejecutan miles de desahucios de infelices que no pueden pagar el alquiler o las mensualidades de su hipoteca.
Así que, libres de ataduras, los poderosos engordan sus beneficios desaforadamente aun en los tiempos de crisis (varias empresas del IBEX35 están dando sus resultados del último trimestre y han reconocido elevadísimos beneficios, algunos un 30% más altos que los obtenidos en idéntico periodo del año pasado). Y todavía se permiten una dentellada mortal en el cuello de los débiles incrementando desmesuradamente sus márgenes comerciales, que son los responsables de hasta el 80% de la inflación galopante, a la vez que niegan cualquier posibilidad de subir los salarios al ritmo de los precios.
Ya lo dijo Jesucristo, no sé si profético o decidido partidario del liberalismo económico: "al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene" (Lucas, 11-28).

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