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3 enero 2021 (2): Sexagesimales

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 3 ene 2021
  • 2 Min. de lectura

Presume la banca de ser el negocio más innovador. Ahora mismo nos están vendiendo como servicios de inapreciable valor sus aplicaciones telemáticas y móviles que, seamos claros, no se desarrollaron para mejor atendernos, sino para que nosotros mismos realicemos las gestiones que antes nos facilitaban sus bancarios. El resultado: sus plantillas desempleadas y nosotros sumando nuevas tareas administrativas a una interminable lista de actividades entre las que escasean las remuneradas. Acabarán con nuestros últimos espacios de ocio, al tiempo.

Pese a su pavoneo, les diría a los banqueros que, a despecho de sus ínfulas de digitalizados, tienen el alma de los viejos prestamistas; conservadores y nada amigos de las mudanzas. A veces ese carácter reaccionario se manifiesta en los pequeños detalles; para muestra un botón: acudid a un cajero cualquiera, de una entidad financiera cualquiera, en cualquier lugar, y proceded a sacar metálico de vuestra cuenta. En la pantalla aparecerá el menú de cantidades sobre el que se ha de elegir el montante a retirar. Para mi sorpresa reiterada (no sé si la vuestra), las cifras mostradas son 30, 60, 90... euros, en vez las dictadas por la lógica del sistema decimal o las vinculadas a los billetes de curso legal (10, 20, 50, 100...).

Curioso gusto el de los financieros por el sistema sexagesimal que, de tan poco novedoso, fue adoptado por los sumerios, primera civilización en escribir y erigir ciudades. La elección del 60 por estos antiguos aventajados tenía su razón de ser, ya que es el menor de entre aquellos números que son divisibles por 1, 2, 3, 4, 5 y 6. En el caso que nos ocupa, sin embargo, la bizarra opción vigente en los cajeros automáticos lo es por pura inercia conservadora.

Veréis, hoy que gloso lo acontecido en las primeras dos décadas de este siglo, también viene a cuento recordar que, precisamente el 2 de enero de 2002, hace diecinueve años, se adoptó el euro y desechó la peseta. Y resulta que al euro se le dio un valor invariable al cambio de 166,386 pesetas. Así que 6 euros eran 1.000 pesetas y 60, 10.000. ¡Ángela María! O sea que la secuencia 30, 60, 90, 120... se eligió en origen para facilitar la contabilidad doméstica y que nos adaptáramos a la nueva divisa sin perder de vista el valor expresado con la antigua moneda.

Pero, señores míos, ¡que han pasado diecinueve añazos! ¿Es todavía hoy necesario ofrecer a los ciudadanos una referencia aritmética sencilla que vincule al euro con la extinta peseta? Yo creo que no. Es más, sospecho que no se ha reflexionado demasiado al respecto; que es muy cómodo no alterar hábitos, sobre todo si se practica el seguidismo de unos con respecto a los otros y tampoco los competidores financieros muestran prisa alguna por abandonar tan periclitada práctica.

Así que no nos sorprendamos si ahora, que casi no se cocina, todavía siguen regalando sartenes y ollas a presión; no sé si con el tácito y trasnochado propósito de agradar (¿?) a las mujeres.

 
 
 

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1 comentario


Luis Fernandez Ovalle
04 ene 2021

pereza pura

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