3 abril: Milagros, pocos
- Javier Garcia

- 7 may 2020
- 1 Min. de lectura
Uno de los efectos más llamativos de esta crisis sanitaria es la dimisión de la Iglesia Católica de desempeñar cualquier papel socioeconómico y, esto es lo más sorprendente, moral; en unas circunstancias que, hasta hace muy poco tiempo, hubiera aprovechado para ponerse a la vanguardia de la sociedad y sacar magro rédito de ello.
Contribuye a ese fracaso su poca generosidad, porque ante necesidades de espacio físico perentorias, escasean sus gestos, de modo que ha sido incapaz de poner al servicio de la comunidad ni siquiera una mínima parte de su inmenso, y casi vacío, patrimonio inmueble. No obstante, lo que realmente ha llevado a la insignificancia a la Iglesia es que ya no estamos en tiempo de milagros; proscritos los actos públicos, los obispos podrían haber promovido, yo qué sé, jaculatorias colectivas o novenas a la virgen... pero no, ni siquiera ellos confían en la magia de lo divino, y menos, en su capacidad de movilización. ¡Hombres de poca fe!

Comentarios