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3 abril 2022 (2): La sanidad pública en estado comatoso

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 3 abr 2022
  • 3 Min. de lectura

Disipadas las nieblas de la pandemia, y tras afirmar la consejera de Sanidad que se había restablecido el carácter presencial de la atención primaria, decidí trastear un tanto con la aplicación telemática de solicitud de cita. Para mi sorpresa, se han introducido notables cambios en el sistema, porque este interpela al usuario sobre el tipo de problema que desea consultar: si se trata de una cura, del seguimiento de una enfermedad crónica, de la aparición de un nuevo problema de salud... y así algunas opciones más. Una vez que se elige la alternativa más aproximada al problema que nos preocupa, el algoritmo decide quién nos ha de atender, si médico o asistente técnico sanitario, y si el servicio ha de proporcionarse en persona o cable telefónico mediante.

Eso, señora consejera, no es atención médica presencial primaria, porque en la mayoría de los casos ni es médica (¿está un ATS cualificado y oficialmente autorizado para emitir diagnósticos o proponer pruebas?) ni se efectúa a larga distancia por la libre elección del paciente ni tampoco es primaria, porque lo que se disfraza de primer contacto es un simple filtro previo que no resuelve nada ni redirige la demanda con suficiente conocimiento de causa.

Esta burocratizada e inflexible interlocución con los enfermos que no presentan cuadros agudos persigue, y no lo disfracemos de eficiencia, disminuir drásticamente el número de consultas por la vía de aburrir al paciente, convenciéndolo de que espere un tiempo prudencial a que las molestias desaparezcan o, si el malestar es de suficiente entidad, recurra a la medicina privada. Así, claro, es posible "atender" con muy pocos profesionales, por otra parte llevados al límite de su capacidad, a una numerosa población.

Naturalmente que no todos esos desatendidos son hipocondríacos incorregibles ni enganchados a los psicotrópicos, así que esta estrategia rácana en los recursos conlleva para el infortunado enfermo un largo y penoso peregrinaje por las distintas y distantes instancias interpuestas que concluye en diagnósticos tardíos y terapias demoradas. Miles de personas con graves patologías pueden ver comprometidas sus vidas por causa de estas dilaciones.

¡Ah! y si se nos ocurre atajar por la vía de presentarnos en las urgencias, se nos tacha de insolidarios que, ante dolencias tratables por la vía ambulatoria, estamos saturando los servicios destinados a quienes de verdad precisan de cuidados inmediatos.

Resumiendo, la sanidad pública actual está solo y deliberadamente concebida para reanimaciones de la máxima perentoriedad, intervenciones quirúrgicas de gran complejidad o complicados tratamientos, usualmente relacionados con problemas oncológicos. Eso está muy bien, y quienes pergeñan esta política saben cuánto aprecia la ciudadanía esa cobertura ante las peores circunstancias y cómo se alaba en los medios; pero todo lo demás, querido lector, corre de tu cuenta, por supuesto tu salud dental, la vista, el oído, los problemas dermatológicos, el apropiado seguimiento de padecimientos crónicos… hasta las patologías del sistema músculo esquelético, derivadas de penosos procesos degenerativos, se entienden como demorables sine die; de modo y manera que quienes esperan prótesis para sus caderas o rodillas han de soportar terribles dolores y serias afecciones a su movilidad durante muchos meses, cuando no años.

Con todo, lo peor de este gradual, pero implacable proceso de deshumanización del trato sanitario, es que, una vez iniciado y superados los primeros reparos morales, todo es posible. En los países donde la salud es solo un negocio más no son raros los casos en los que se deja morir, o experimentar indecibles sufrimientos, a quienes no poseen el seguro privado correspondiente. Aquí, como no enmendemos la presente tendencia a desmantelar la asistencia universal y gratuita, llevamos ese camino.

 
 
 

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2 comentarios


Luis Fernandez Ovalle
03 abr 2022

La actual medicina responde como modelo a dos pricipios, fármacos y altísima tecnología. La educación para la salud ni está ni se la espera

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Luis Fernandez Ovalle
03 abr 2022

como principio general (aunque podría matizar un poco si me ponen una pistola en la sien) los administradores de la Seguridad Social son unos sinvergüenzas, incluida la ministra que tiene el cerebro suficiente para no cagarse encima. (punto)

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