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29 octubre 2023 (2): Que viene el lobo... humano

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 29 oct 2023
  • 3 Min. de lectura

Leo con pesar e indignación la terrible noticia de que una joven de solo veintisiete años ha muerto por el ataque de cinco perros de pastoreo, mastines, para más señas, en un municipio de Zamora. No puedo quitarme de la cabeza los atroces minutos de agonía que esta pobre mujer debió pasar mientras la devoraban in vivo, indefensa y sola ante su trágico e inevitable final. Espero y deseo que se haga justicia y, aunque sé que al incalificable dueño de la jauría no le podrá caer más pena que la leve que se contempla en los casos de homicidio imprudente, que por lo menos la familia de la infortunada tenga la oportunidad de quitarle toda su hacienda por la vía civil; sería la mínima reparación que se merecen, ellos y la víctima.

Estas tragedias no se desencadenan a consecuencia de una desgraciada conjunción astral, suceden porque el contexto y la normativa lo propician. Veamos, ganaderos y cazadores llevan años presionando a las administraciones, con el fin de erigirse en reyes y señores del entorno rural, y consiguiendo doblegar la voluntad pública de preservar el medio ambiente. Así se ha confirmado con el apartheid aprobado para los canes de trabajo (o sea, de caza, pastoreo y vigilancia) en la fallida ley de bienestar animal y con la cada vez más estruendosa demanda de acosar con fiereza al jabalí y volver a dar caza al lobo; reivindicaciones estas que desgraciadamente algunos gobiernos autonómicos ultras escuchan con la consideración que no merecen. Historia particularmente triste y dolorosa es la del lobo, el único y último gran depredador que nos queda; su persecución hasta el exterminio sería tan repugnante como que los masais dieran caza implacable al león para proteger sus vacas.

En el contexto de esta incalificable campaña de retrógrados, hace bien poco he tenido que escuchar las declaraciones televisivas de uno de ellos que, con total naturalidad, explicaba que contaba con diez mastines para proteger sus rebaños de ovejas, que forrajean en el Parque Natural Gorbeia, y aconsejaba a senderistas y montañeros que, para evitar un mal encuentro con su guardia de corps perruna, no pasaran por donde pastaba su ganado. O sea, que si alguno perece entre las mandíbulas de sus mastines es por su culpa, por haber osado disfrutar de un espacio público a cuya preservación contribuye con sus impuestos. Olvida el buen hombre este, por no escribir el grueso calificativo que se merece, que no es el dueño de ese maravilloso espacio natural, que sus rebaños están ahí por concesión administrativa y porque dan forma a las praderas de alta montaña para mantener ese biotopo humanizado tal cual ha sido desde el neolítico; otorgamiento condicionado a que el número de cabezas no exceda de lo razonable, ya que un número desmesurado de ellas afecta negativamente al medio y expulsa de esos espacios de esparcimiento a los amantes de la naturaleza. En definitiva, que si este despiadado pastor quiere que sus herbívoros, sus perros y él mismo campen libremente por sus respetos deben hacerlo en terrenos de su propiedad.

Incluyo en esta alarma a otras especies, ya que los parques naturales están hoy saturados de todos los animales domésticos que tienen valor económico, también de reses, algunas con unas gónadas colgándoles que intimidan (ya ha habido víctimas mortales de cornadas), y de caballos que, a juzgar por su prosperidad en los últimos años, son más rentables que cualquier otro ganado. Tan pobladas están algunas áreas de montaña que se corre el riesgo de generar un problema de purines.

En fin, que ruego a las administraciones competentes que adopten las medidas pertinentes para que el derecho al pastoreo se ejerza debidamente regulado y respetando el de la ciudadanía a disfrutar de los bellos parajes naturales y el de los lobos a seguir poblando los que desde siempre han sido sus territorios de caza.

 
 
 

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1 comentario


Luis Fernandez Ovalle
29 oct 2023

Totalmente de acuerdo con todo lonque dices

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