29 octubre 2023 (1): La corte de los insensatos
- Javier Garcia

- 29 oct 2023
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Las bases del Consell de la República (de Catalunya, supongo que se intuye) han votado en consulta interna instar a ERC y Junts a que bloqueen la investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno de España.
Aclaro que el tal Consell, y pese a su nombre, no tiene carácter institucional alguno. Se trata de un ente privado, presidido por Carles Puigdemont, que se fundó con la pretensión de erigirse en el heredero de la legitimidad de los estamentos legislativo y ejecutivo catalanes que proclamaron unilateralmente la república y que fueron disueltos por el entonces Gobierno del Partido Popular.
Para que seamos conscientes de lo que representa la opinión de esta entidad y el valor real del veredicto emitido por sus militantes, preciso que son 90.000 las personas inscritas en el censo de este Consell, que solo votó el 4 % de todas ellas y que avalaron la postura del "cuanto peor mejor" un 75 %. O sea, que se oponen a que los partidos independentistas catalanes apoyen la investidura del líder del PSOE alrededor de 2.700 exaltados (no hallo para ellos otro calificativo menos ofensivo). Es obvio que hasta entre la guardia pretoriana del residente en Waterloo son una ínfima minoría, solo tres de cada cien, los que irían de faroles en un órdago al estado, y no digamos nada si el cálculo de lo que significan estos imprudentes se hace teniendo en cuenta el censo completo de electores catalanes a junio de 2023, que era de 5.689.136 ciudadanos; quienes tan alto valoran su opinión, y muy poco la de sus conciudadanos, son menos del 0,05 % de los que podrían haber ejercido su derecho democrático, si se les hubiera inquirido para ello.
Pero dejemos la aburrida aritmética, esa ciencia tan abstrusa para muchos políticos (qué misterio ese de que la mayoría se desempeñen tan mal haciendo números), y reparemos en que lo que estos patriotas han propuesto es, simple y llanamente, hacerle el caldo gordo a la derecha carpetovetónica que en su día aplicó el artículo 155 de la Constitución Española y suspendió todos los derechos de los catalanes, la actividad de su cámara legislativa y el gobierno de la Generalitat.
Creen estos iluminados que teniendo de enemigo y opresor a un abyecto gobierno, por supuesto extranjero, se despertarán las conciencias patrióticas dormidas y el pueblo se alzará heroico, y como un solo hombre, contra la ocupación foránea, propiciando el advenimiento del Edén independiente que prometen. Parece mentira que sus analistas no aprendan de la experiencia reciente, cuando el Gobierno Español destituyó (sí, aunque no sea el término más exacto es que el mejor define la serie de medidas que desde Madrid se adoptaron) al señor Puigdemont y su gobierno la reacción en la calle fue medrosa, escasa, apenas protagonizada por un grupo minoritario de jóvenes que, por cierto, no militaban en el partido de la burguesía catalana que encabezó el proceso sedicioso (si nos atenemos a la terminología empleada en las sentencias firmes del judicial). Después, ha seguido la vida tal cual discurría antes del lío con un nuevo Parlament y una renovada Generalitat, ya no dirigida por quienes proclamaron la independencia más efímera de la historia. Según todas las encuestas, y la evidencia de un independentismo menguante en la calle, la sociedad catalana de hoy está muy alejada del estado paroxístico al que la llevaron las falsas expectativas de un nuevo estado, miembro de la Unión Europea desde el minuto uno.
Lo cierto es que en las sociedades acomodadas hace tiempo que dejaron de existir los héroes. La gente corriente no daría ni una microscópica gota de su sangre por ningún proyecto nacional; por el contrario, lo que valora es un empleo digno y estable, la materialización práctica del derecho a la vivienda y la posibilidad de trazar un plan de vida a largo plazo, dejando eso de la patria a estrenar para los nostálgicos de un tiempo que nunca fue ni será.
Así que si esos pocos son capaces de persuadir a los altos estamentos de ERC y Junts de que su opinión es más valiosa que la de millones de contribuyentes, lo que le espera a Catalunya es una repetición de los acontecimientos de 1917 en su versión más trágica y, a la vez, más grotesca. Que estén seguros estos aguerridos insubordinados de que la reacción españolista va a ser esta vez más inmisericorde que la primera y, probablemente, se vea "legitimada" en las elecciones que los impertérritos maximalistas desencadenen por un número de votos bastante mayor del que vienen obteniendo los de la "una, grande, libre" en los últimos tiempos. Y, claro, cuando los oníricos caudillos llamen a filas para combatir al invasor, se encontrarán con el silencio popular por respuesta que, contrariamente al administrativo, tiene marcado signo negativo.

No sé si la "repetición de los acontecimientos de 1917" que citas es una errata tipográfica o una refencia al intento de catalanes y otros españoles en aquellos días de acabar con la corrompida monarquía, permíteme el pleonasmo, por la vía revolucionaria.
Por lo demás, Puigdemont y sus cuates son una cosa rara incluso para Cataluña, basculan entre el metaverso y la pela según los días