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29 enero 2023 (2): Rolex no, Citizen. Historia de un desinfle

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 29 ene 2023
  • 2 Min. de lectura

Eran otros tiempos, cuando bullía dinámico el movimiento 15-M y Vox era un grupúsculo de nostálgicos, resentidos por haber sido reducidos a la insignificancia en su partido de siempre, ese del que usted me habla. Por entonces, el poder económico consideraba horrorizado la posibilidad de que el grupo político surgido al calor de la indignación acumulada, tras la recesión y la atroz reforma laboral de 2012, alcanzara el poder. Así que no vio otra que disponer de un repuesto al Partido Popular, más amable, moderno, joven, tecnológico... e igual de neoliberal. Tenía varias opciones, pero se decantó por emplear una marca preexistente, Ciutadans, que había obtenido cierto éxito en Catalunya con un discurso antinacionalista, para traducirla al castellano y transformarla en el Ciudadanos que hemos conocido.

La banca y el gran empresariado apostó muy fuerte por esta opción, de modo que, desde el momento mismo de su irrupción, Ciudadanos contó con el apoyo decidido del poderoso aparato mediático del conservadurismo que, en supuesta sintonía con los principios y las capacidades de los liderzuelos escogidos, cantó la conocida letanía de la meritocracia, la libre iniciativa privada, el emprendimiento, la digitalización... en definitiva, el manoseado y falaz sueño americano en su versión española y revestido de una poco creíble aura de progresía.

Pero el escenario político fue cambiando paulatinamente. La amenaza de una victoria electoral a la izquierda del PSOE se disipó por sus disputas internas y merced a la erosión de su credibilidad, causada por la labor de zapa de policías y jueces falsarios, amplificada por un grupo de periodistas indignos de tal nombre. A la vez, la inquietud suscitada por la inmigración entre las clases más bajas y el éxito de las posiciones de ultraderecha en bastantes otros lugares del globo, sacaron del getho ultra a Vox y lo normalizaron como una más de las opciones políticas "democráticas". Ya no se necesitaba una versión modernita del PP, así que la inversión para aupar al éxito a la caterva de incompetentes que habían encontrado por ahí para liderar Ciudadanos cesó bruscamente y, cual fatuo globo, el proyecto naranja se desinfló.

Los capítulos de la crónica de esta muerte anunciada ya los conocéis, salida del máximo líder por la puerta de atrás, menudeo del transfuguismo, fracaso estrepitoso de la heredera, incapaz de refundar el partido sobre sus supuestos principios, victorias pírricas del oficialismo contra los varios intentos de reformismo y, el último, la teniente alcaldesa más mediática de la formación solicitando figurar en las listas del PP para las próximas elecciones municipales.

Así que, emulando a la canción del despecho tan de moda, no era un Rolex el que se creía llamado a marcar los tiempos del conservadurismo actual, se trataba de un modesto y, pese a sus ínfulas de modernidad, modelo "vintage" de Citizen que, por supuesto, no dará más la hora de las decisiones políticas en este país. Pero que sepan quienes gustan de jugar a varias bandas, para garantizarse que siempre ganan, que el reloj que ahora tanto valoran por su robustez y rudeza, ese G-Shock demasiado aparatoso, pronto acabará rallado de tantos roces e impactos y las desaforadas gentes que hoy lo visten con orgullo descubrirán lo innoble de los materiales de que está hecho.

 
 
 

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