29 enero 2023 (1): Marijone
- Javier Garcia

- 29 ene 2023
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En esta columna ya he escrito sobre dos plagas que azotan Euskadi, la debacle del sistema público de salud y el éxodo juvenil; y hoy me propongo tratar otra, la del cannabis, que, como las anteriores, ha progresado silenciosa y sin que le prestáramos demasiada atención hasta que se ha constituido en un problema social de considerables dimensiones. Creo que hemos tomado conciencia de la situación tras que, disparado el consumo de marihuana en sus diferentes versiones, se haya pasado de la distribución y el menudeo a la producción organizada, tanto en recintos cerrados como al aire libre, escudada esta ponzoñosa cadena de valor en la seguridad que proporcionan los lugares más remotos y menos poblados de nuestros territorios.
La curva de consumo de todos los psicotrópicos siempre aumenta de pendiente cuando, por el interés de quienes trafican con ellos o de los que indirectamente se benefician de los nuevos hábitos, la campaña de blanqueo consigue convencer a un importante segmento de la sociedad de las propiedades benéficas de los principios activos en cuestión. Ha pasado, y sigue pasando, con el alcohol, ya que se ha hablado mucho de los beneficios a la salud del consumo moderado de vino o cerveza, o con el café ahora mismo, que mantiene una agresiva e insustancial campaña para sostener, pese al incuestionable efecto excitante de la cafeína, que una ingesta nada despreciable de esa negra infusión (hasta tres tazas diarias) modera la presión arterial y disminuye el riesgo de accidentes vasculares. Lo mismo ha pasado y sigue pasando con la marihuana, de la que desde el principio se dijo era mucho más sana que el tabaco (perdedor de todas las últimas batallas mediáticas), se le han buscado aplicaciones médicas para mitigar el dolor crónico o combatir la depresión y últimamente hasta hay quien se atreve a proponer que tiene efectos positivos sobre el control del colesterol.
Hasta aquí la propaganda. ¿Qué nos dice la ciencia sobre el consumo de todos los derivados del cannabis? Pues que si se fuma, como es de origen vegetal y en su composición abunda la celulosa, su combustión incompleta produce alquitranes ricos en hidrocarburos aromáticos policíclicos, igual de cancerígenos que los que se generan cuando se quema la hoja del tabaco; que si se consume de modo habitual y prolongadamente en el tiempo causa daños irreversibles al cerebro, alteraciones que se somatizan bajo la forma de cierta incapacidad para la concentración, la pérdida de las habilidades intelectuales y, en último término, el desencadenamiento de diversas psicosis en los individuos genéticamente predispuestos.
La segunda razón del éxito de esta droga es la amplia aceptación social de la que disfruta, casi tan elevada como la que goza el alcohol. Y es que, en el peor de los casos, siempre se la ha considerado un mal menor si se la compara con la cocaína y la letal heroína. Ello, unido a que en un primer momento causa un agradable estado de euforia y predispone a la risa, la entroniza como una excelente aliada de las juergas y el desenfado.
Esa aprobación social conlleva, más pronto que tarde, una relativa tibieza policial en la persecución del tráfico y una normalización del consumo en cualquier lugar y a cualquier hora.
A estas causas generales del disparado consumo de marihuana, en Euskadi hay que sumarle el que esta droga cuenta con el más idóneo entorno para la iniciación: la institución del local juvenil y que, inopinadamente y sin razón que yo haya sabido ver, forma parte de las señas de identidad que marcan la afiliación a determinados círculos sociales y políticos.
La solución: el cambio de registro, una actitud de centros educativos, medios y autoridades enfrentada a ese consumo, empleando como ariete una activa campaña institucional orientada a la desmitificación de esta droga que consiga revertir el estado de opinión y aumente la conciencia de su extrema peligrosidad. Fumar marihuana no es guay, y tampoco progre ni abertzale, es un hábito peligroso con serio impacto en la salud de los consumidores.

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