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28 septiembre 2025 (2): Qué fotón

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 28 sept
  • 2 Min. de lectura

Hay tendencias o modas del lenguaje que lo dicen todo sobre la sociedad en la que han crecido. Durante buena parte de mi existencia la palabra fotón no ha tenido otro uso que el de nombrar las partículas que materializan la radiación electromagnética, los cuantos sin masa en reposo cuya versión ondular proporcionan una valiosísima, y muchas veces única, información sobre los objetos que los emiten.

Pero soy un anticuado con pretensiones de intelectualidad, un fotón es, ahora y para la inmensa mayoría de la población, una imagen que, publicada en una red social, obtiene un elevado numero de "likes".

La nueva interpretación de este vocablo y el arrinconamiento del significado con el que nació indican que a este mundo actual le importa un comino (¿o habría que decir carajo, en sintonía con la gramática utilizada por alguno que ahora ilumina, con los nuevos fotones, no con los primigenios, la conducta de los desnortados?) cuál es la urdimbre fina de la realidad y, sin embargo, presta una gran atención al basto y vasto tejido que configura los denominados hechos alternativos, o sea, las mentiras a céntimo el kilo, que se nos ponen por delante para que ni siquiera vislumbremos retazos de la verdad subyacente.

Porque la red está llena de instantáneas o vídeos que han merecido la admiración de millones de ingenuos curiosos y que no representan con la mínima precisión exigible ni a las personas, que en ellos parecen gozar de infinitas belleza y felicidad, ni a los animales, objetos y lugares, manipulados hasta el extremo de que no los reconocerían ni sus dueños y pobladores.

Todo está maquillado: las vidas de los protagonistas, glamourosas en su versión digital, por supuesto, y la estética de lo que se quiere mostrar, sea una ropa, un rostro o las sinuosidades de un cuerpo, más o menos expuesto a las libidinosas miradas de los cotillas telemáticos.

No es, pues, de extrañar que quienes han confundido los fotones emitidos por las pantallas con los que partieron originalmente de las personas, animales, objetos y lugares representados acaben frustrados cuando descubren el mundo real en el que les toca vivir. Porque, queridos lectores, si inopinadamente levantamos la mirada de la pantalla y nos sumergimos en la verdad, esta no se parece en nada a sus malintencionadamente manipuladas reproducciones y, desde luego, no es la que hubiéramos querido que fuera. Nos falta entrenamiento para aceptar los sucesos y los entes tal y como son, y rigor, integridad y valor para poner al falsario ante el espejo de sus mentiras.

 
 
 

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