top of page

28 septiembre 2025 (1): Vuelven las momias

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 28 sept
  • 3 Min. de lectura

La muerte siempre ha preocupado y ocupado a los humanos. Especialmente a los más favorecidos de la fortuna, que temen aún en mayor medida que el resto el tránsito a la nada, porque desearían que su posición privilegiada incluyera la capacidad para burlar a la Parca y porque entienden que tienen más que perder que la gente corriente (dejar de gozar de las propiedades más despampanantes vía la inexistencia es durillo).

Así que, como los poderosos de otros tiempos, los riquísimos de ahora sueñan con eludir la guadaña. Efectivamente, los faraones egipcios esperaban que la conservación de sus restos momificados les garantizara la pervivencia en el otro mundo, el cristianismo confiaba la eternidad feliz a figurar entre los bendecidos por la gracia de dios... y ahora, en un ejercicio pseudocientífico tan inútil como la recitación del Libro de los Muertos o los cánticos del Miserere, un grupo de mil millonarios está dedicando una parte significativa de sus inmensos recursos a hallar fórmulas de combatir la vejez y postergar el fin lo más posible; estos reyes de las finanzas creen a pies juntillas en el advenimiento del denominado transhumanismo y las consignas de sus falsarios profetas, de modo que la psique individual pueda sobrevivir indefinidamente, da igual si sobre un sustrato biológico o contenida en una larguísima secuencia de código binario.

O sea, que quieren que el único igualitarismo que ha conseguido coexistir con todas las fórmulas sociales decaiga definitivamente. Porque, queridos lectores, no se trata de que todos los humanos multipliquemos nuestro tiempo de existencia media por un entero positivo igual o mayor que 2 (sería insostenible el mantenimiento de tanto gentío), sino que solo disfruten de este privilegio unos cuantos potentados e, imagino, que sus familiares más directos.

Siento defraudar las expectativas de estos "generosos", primero porque me temo que los desarrollos científicos y tecnológicos que tal empresa requeriría chocan contra algunas de las leyes y condiciones más obstinadas de la naturaleza y la matemática: el aumento inevitable de la entropía (mantener el orden biológico consume cantidades ingentes de energía, y solo se puede sostener durante un cierto tiempo), la ineludible acumulación estadística de errores en la replicación de los genes, la imposible convivencia de la deseada supervivencia indefinida del fenotipo y la "pretensión" más realista de eternidad del genotipo... Y, segundo, ¿porque de verdad se han creído estos campeones del egoísmo que los demás mortales (más conscientes que nunca de esa terrible condición ante la posible supervivencia indefinida de unos poquísimos privilegiados) iban a aceptar impávidos cómo esa ínfima minoría evita el deceso mientras ellos están condenados a desaparecer? Aseguro a estos iluminados que los perjudicados, la inmensa mayoría, acabaría con sus soportes, biológicos o cibernéticos, con saña jamás igualada (la vida eterna siempre ha sido el bien más ansiado, y envidiado, eso lo saben de carretilla las religiones, que hasta ahora tenían el monopolio de ese maravilloso servicio y, con visión más inteligente y en modo contrario a estos partidarios de la exclusividad, también lo ofrecían a los desheredados de la fortuna, para que mejor soportaran su precario paso por la Tierra y no cuestionaran el orden injusto establecido).

Y termino manifestando mi desinterés, y supongo que el de cualquiera que esté en su sano juicio, por existir más allá de un ciclo vital normal. ¿De verdad querríamos, como pretenden los empresarios, estar formándonos ininterrumpidamente en el decurso de eones, trabajar, no décadas, sino siglos, adaptarnos a sociedades, formas de vida y dispositivos tecnológicos cambiantes durante larguísimos lapsos, convivir con descendientes de numerosas generaciones posteriores, al tiempo que perdemos todos nuestros referentes coetáneos, asumir con resignación el paso periódico por una ITV médica y la reparación de las "piezas" (órganos) deterioradas por el uso mediante molestas intervenciones; en fin, qué proyectos razonables podríamos desear emprender fiándolo todo tan largo?

Ahí queda eso.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


Formulario de suscripción

688806378

©2020 por El observador inercial. Creada con Wix.com

bottom of page