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28 noviembre 2021 (2): La mirada que extinguió el tiempo

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 28 nov 2021
  • 2 Min. de lectura

Estos días pasados Sharbat Gula, un mujer afgana de 49 años, ha obtenido el asilo en Italia. No conoceríamos su nombre, ni su caso hubiera suscitado más expectación que la de muchos otros miles de sus compatriotas, obligados al exilio tras la interminable guerra en su país y el reciente retorno de los talibanes al poder, si no fuera porque, cuando era una niña, en el ya lejano año de 1985, fue fotografiada por unos reporteros de National Geographic y mereciera la portada de esta revista norteamericana por sus bellísimos ojos verdes.

La popularidad del reportaje y el brillo de su mirada no la han liberado de una vida miserable, porque los sucesivos conflictos bélicos la han maltratado y empobrecido como a tantas otras afganas. Lo que se sabe de la última parte de su agitada y pobre existencia es que ha permanecido catorce años en Pakistán al amparo de una falsa identidad, y sido expulsada hacia su país de origen una vez descubierta su impostura.

El caso es que, en medio de todas estas vicisitudes, alguien ha debido reparar en el interés de su historia personal; lo que, en último término, ha propiciadoo su acogida en Europa y, de paso, estimulado uno, o tal vez varios, nuevos reportajes fotográficos.

Y aquí es donde quería llegar, las recientes instantáneas retratan a una mujer sufriente, envejecida prematuramente, de apagados ojos y mirada entre dura y lastimera. Nada queda de su inocencia, de aquella lozanía juvenil, de la belleza púber, de la esperanza de futuro que ella representó cuando, en la etapa postrera de la Guerra Fría, se aproximaba el fin de la ocupación soviética y los medios occidentales anunciaban el brillante porvenir que le esperaba al país del buzkashi.

Sharbat Gula ha sido víctima de las confabulaciones internacionales e instrumento de propaganda y, a la vez, reo del ineluctable paso del tiempo, más rápido en su caso, dada la concatenación de desgraciados acontecimientos que han marcado su azarosa existencia. Ella representa muy bien la frustración y el desengaño colectivo de un mundo que, en medio de una revolución tecnológica sin precedentes, sigue siendo incapaz de paliar el sufrimiento humano, de dar por terminadas las guerras y de proporcionar una vida mínimamente digna para todas las personas. Encarna el fracaso de un sistema, el neoliberal, que se enseñoreó del mundo precisamente cuando ella deslumbraba y ahora encara su decadencia, no sin antes dejar por el camino a miles de millones de desheredados que fueron ignorados apelando a una supuesta selección económica de los más aptos.

Me alegro de que, al fin, su vieja foto haya posibilitado a Sharbat hallar refugio en Italia. Deseo fervientemente que la historia no se repita; que, una vez acogida, no sea nuevamente desechada, que no la olviden y la abandonen a merced de una ancianidad pavorosa, escasa de ayudas y despreciada por quienes se les están haciendo los dedos huéspedes y los inmigrantes enemigos.

Eso sí, seguirá pasando el tiempo, para ella y para todos. Las carnes tenaces y las mórbidas pieles serán historia; se desplomarán las primeras y cuartearán las segundas. Emergerá el feo rostro de la vejez y la decrepitud.

 
 
 

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