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28 febrero 2021 (1): Tocata y fuga de centenarios

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 28 feb 2021
  • 2 Min. de lectura

Como dijo Marx, "la historia se repite, primero como tragedia, después como farsa". Algo de eso le está pasando a este drama de la COVID que, a veces, parece mutar en sainete. Y, si no tenéis claro a qué me estoy refiriendo, cito aquí un sorprendente titular de "El Correo" de este viernes: "Desaparecen del radar de Osakidetza más de 800 mayores de 100 años que tenían que ser vacunados". Nada menos que un 42,5 % de los que nuestra sanidad había contabilizado.

El artículo en cuestión rezumaba ironía y apuntaba a la posibilidad de que los elusivos centenarios hubieran huido a Benidorm. Es una posibilidad, sí, que las familias de estos ancianos (supongo que se les puede denominar así sin ofender la sensibilidad de nadie), en un acto irresponsable y contraviniendo la normativa del confinamiento perimetral, hubieran decidido pasar el peor momento de esta denominada tercera ola al calor del Mediterráneo. No parece muy probable, ni el incivismo puede ser tan conspicuo, ni los próximos de los desaparecidos disponer de tanta libertad.

Otra alternativa es que los supervivientes de tres cifras tragados por la tierra pertenezcan a familias migrantes desde otras regiones; de modo que, llegados los duros momentos actuales, hubiesen decidido pasarlos al calor de sus hogares de origen. Tampoco es muy verosímil. Para que fuera así habría que conceder que quienes llegaron a Euskadi por el tirón del desarrollismo gozaban de una condición genética privilegiada frente a la de los autóctonos

Estas y otras consideraciones de parecido pelo caen por su propio peso si, a las objeciones ya planteadas, se suma la evidente dificultad a la hora de desplazar a estas personas, muchas de ellas altamente dependientes y afectadas por serías discapacidades.

No quedan, pues, más que tres alternativas factibles: u Osakidetza dispone de unas bases de datos tan repletas de errores que son tantas las omisiones como los registros verídicos, o el diario incurre en flagrante falsedad, o, y esto es lo más inquietante, lo que este inocente ejercicio censual ha puesto al descubierto es que todos esos envidiables supervivientes ya no están en ningún sitio. En román paladino: que los familiares de los llamados al pinchazo prioritario han estado defraudando a la Seguridad Social, cobrando unas pensiones cuyos beneficiarios han fallecido, quién sabe hace cuánto tiempo.

La magnitud de esta hipotética estafa y la más que razonable posibilidad de que se extienda a edades menos avanzadas han debido de aconsejar cubrir el asunto con un tupido velo porque, solo unas pocas horas después, la noticia había desaparecido como por ensalmo sin que, por supuesto, se desentrañe el misterio de los desaparecidos o, en el caso de que lo publicado no se compadezca con la verdad, vea la luz la pertinente rectificación.

Ya decía yo que 1.800 centenarios eran demasiados. Estábamos muy sanos, pero no tanto como nos creíamos.

 
 
 

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1 comentario


Luis Fernandez Ovalle
01 mar 2021

muy bueno

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