28 agosto 2022 (1): ¿Rebobinar? No es posible
- Javier Garcia

- 28 ago 2022
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 31 ago 2022
Ya conocéis mi fascinación por el tiempo. El imparable discurrir de los acontecimientos y la irreversibilidad de la vida nos inquietan, y creo que casi todos hemos deseado alguna vez "rebobinar"; volver a un tiempo antes de que hubiéramos adoptado una decisión de la que nos arrepentimos, previo a cierta circunstancia desgraciada o, simplemente, cuando éramos muy jóvenes e insensatos y gozábamos del máximo bienestar físico.
Lamento confirmaros lo que ya sospecháis: que es imposible. Y voy a intentar explicároslo también desde mis modestos rudimentos de Física. Empiezo reiterando lo que ya he precisado en alguna otra entrega de este semanario: no es el tiempo el que discurre. Vivimos en una realidad cuatridimensional que consta de tres coordenadas espaciales y una temporal. Así que el tiempo es solo una referencia de posición; somos nosotros los que nos movemos a lo largo de él.
Para tratar de comprender un poco mejor lo que acabo de decir, simplifiquemos el espacio-tiempo cuatridimensional, imposible de describir en el contexto de las tres dimensiones espaciales, y supongamos que vivimos en Planilandia, o sea, que todo discurre en un plano. En ese caso sí que podemos representar el espacio-tiempo como una inmensa barra de pan de molde en la que la posición longitudinal nos la da el tiempo y el arriba-abajo y la izquierda-derecha nos los definen las dos únicas coordenadas espaciales, de modo tal que, si hacemos “rebanadas" extremadamente finas del tal pan cada una sería una suerte de "fotografía" de cómo luce la realidad completa en un instante dado. Imaginemos, además, que nuestro universo está solo gobernado por las condiciones impuestas por la Relatividad Especial, es decir, que los efectos de la gravedad sobre la malla espacio-temporal son despreciables; lo que es una muy buena aproximación al mundo en que vivimos nuestra cotidianidad, donde la barra no presenta curvatura alguna y las dichosas "rebanadas" espaciales siempre se cortan en sentido perpendicular a la coordenada temporal.
Todo eso sucede con la condición adicional de que la velocidad "espacial" (luego explicaré la razón de esta matización) sea extremadamente pequeña respecto de la velocidad de la luz. Así las cosas, el tiempo se muestra como absoluto, de manera que son simultáneos todos aquellos acontecimientos que ocurren sobre la misma coordenada temporal y, desde luego, todo sucede en el sentido de la flecha del tiempo: hacia el futuro. Así que moviéndonos despacio, como siempre lo hacemos, aun abordo de un cohete, todos los relojes que no sean extremadamente precisos marcarán los segundos con la misma cadencia. Ese es el mundo predecible que habitamos. Es reconfortante constatar que, una vez uno existe, queda indeleblemente contenido en la "barra" temporal para un inimaginable observador ubicado fuera del espacio-tiempo. Inquieta, sin embargo, que este impertinente mirón pudiera conocer, y no supongáis que "de una vez", porque el tiempo carecería de sentido para él, el todo, a lo largo de toda la historia, de modo que el libre albedrío y el azar se irían al carajo.
Abandonemos el confort de la experiencia corriente y reparemos en que, siempre con la Relatividad Especial como guía, todas los seres conscientes y las cosas nos movemos a la misma velocidad por la dichosa "barra". Si, como es nuestro caso, la velocidad espacial es muy pequeña, la temporal es elevada; pero si los móviles se desplazan a velocidades espaciales significativas respecto de la de la luz, los relojes de tales viajeros, vistos desde observadores en reposo, marcan los segundos con extrema lentitud, hasta llegar a detenerse por completo si se desplazan tan rápido como el límite luminoso. O sea, que pueden ser simultáneos sucesos que discurren en coordenadas temporales distintas o, lo que es lo mismo: estamos cortando las "rebanadas" espaciotemporales en ángulos variables y progresivamente alejados de la perpendicularidad. Como dato curioso, que es coherente con la imposibilidad de que una partícula con masa en reposo no nula alcance la velocidad de la luz, podemos reparar en que la "rebanada" de simultaneidad en la que "viven" los objetos lumínicos es paralela a la "barra", de modo que toda la historia les es coetánea; y también, en otra interesante cabriola de la abstracción, porque el reloj de los fotones está parado, esa omnipresencia temporal equivale a que no les sucede nada.
Pero la realidad, como algunas estrellas del espectáculo, puede lucir aún más extravagante. Porque hasta ahora no habíamos contado con la gravedad ni con las previsiones de la Teoría de la Relatividad General. Es el caso que esta interacción, la más lábil de las cuatro fundamentales conocidas, tiene la capacidad de curvar el espacio-tiempo. Y cuando digo curvar el espacio-tiempo es que, como caprichoso panadero, la gravedad también tiene la destreza suficiente como para deformar, y hasta desgarrar, el tejido temporal; de modo que la original "barra" puede adoptar la forma de una "media luna" repostera o, en el colmo de la bizarría, la de una rosquilla. Como creo que la complejidad de la gravedad relativista desborda mi capacidad y la de un breve y desenfadado artículo, no voy a entrar en más detalles que aclarar que esta fuerza también altera la simultaneidad de los acontecimientos, porque los relojes se ralentizan en campos gravitatorios intensos.
Recuperemos nuestra ensoñación de retornar al pasado y modificar todo aquello de nuestra vida que nos disgusta o, simplemente, vivir otra vez aquellos momentos felices que quisiéramos eternos. Pues lo tenemos crudo, porque esa mencionada "flecha del tiempo", impuesta por el segundo principio de la Termodinámica y que he mencionado más arriba, también en este caso apunta en el mismo sentido: hacia el futuro. Así que, con independencia de que el reloj vaya más o menos rápido o la "barra" sea rectilínea o presente alguna curvatura, todo se mueve hacia delante, sin opción al paso atrás.
Claro que para los más optimistas quedan dos alternativas plausibles. La primera es un campo gravitatorio de unas características tan exóticas que sea capaz de retorcer tanto la "barra" espacio-temporal, que se pliegue sobre sí misma y cierre, sin volver sobre sus pasos, esa suerte de "rosca" de la que hablábamos en el párrafo anterior. No hay constancia de que tal compleción del círculo temporal haya sucedido en nuestro universo alguna vez y, desde luego, si es científicamente posible, tal hazaña estaría tan alejada de la capacidad tecnológica de cualquier civilización que es mejor olvidarnos de semejante opción (entre paréntesis, algunos cosmólogos especulan con la posibilidad de que ese "loop" se cerrara en el primer instante del tiempo, alumbrando de la nada, por una improbabilísima fluctuación cuántica, el Big Bang). Con todo, e imaginando que pudiéramos completar el giro, es evidente que volveríamos a un punto de la barra espacio-temporal ya "escrita" e inalterable por definición; no podríamos cambiar nada porque cada punto define un único acontecimiento, nuestra propia y reciclada experiencia carecería de cualquier viabilidad y sentido físico.
En cuanto a la segunda posibilidad, la que nos proporciona la existencia de los agujeros negros, hay que decir que estos son sinónimos de la singularidad que se presenta allá donde el tejido espacio-temporal se desgarra (aún no hay una teoría cuántica de la gravedad que sea capaz de bucear en esos estados exóticos de los campos y las partículas). Así que, con lo que hoy se conoce, son teóricamente posibles los denominados "agujeros de gusano", con entrada por un agujero negro y salida por un agujero blanco; y también lo es su manipulación, si alguien fuera capaz de gestionar y poner al servicio de sus inquietudes existenciales colosales cantidades de energía gravitatoria negativa. Pero semejantes súper civilizaciones nunca podrían volver a tiempos anteriores a la consecución de su "túnel del tiempo" y, claro, habrían de resolver un problema para mí aún más peliagudo que el de la dichosa energía negativa: la pervivencia de la consciencia en ese tránsito "por ninguna parte, fuera del tiempo".
Resumiendo, las contradicciones lógicas que surgen inevitablemente cuando de retornar al pasado se trata, las forzadas suposiciones de ciencia plausible, pero sumamente exótica, y el hecho de no tener aún constancia de la existencia de civilizaciones extraterrestres, sin duda numerosísimas, pero al parecer tan incapaces como nosotros de realizar viajes interestelares e intertemporales, apuntan a la imposibilidad "de facto" de ese rebobinar que tanto nos atrae. Más aún, con todo lo expuesto cobra verosimilitud hasta la imposibilidad teórica de semejantes singladuras. Así lo manifestaba Stephen Hawking en 1992 proponiendo su conjetura de protección cronológica, según la cual las leyes últimas de la Física esconden el impedimento a los viajes en el tiempo a cualquier escala que no sea la submicroscópica.

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