27 noviembre 2022 (2): ¿Y a estos quién los ha elegido?

El Banco Central Europeo (BCE) ha encadenado dos subidas consecutivas de los tipos de interés de nada menos que 0,75 puntos con el propósito, dicen, de luchar contra la inflación. Lo cierto es que el primer efecto de estas medidas ha sido elevar dramáticamente el precio del dinero y, más concretamente, poner en un serio aprieto financiero a los millones de familias europeas que deben devolver sus préstamos hipotecarios al tipo variable.

Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha solicitado al Gobierno español un ajuste fiscal de 6.500 millones para el ejercicio 2023 y, entre otras lindezas, nos ha soltado lo de un "pacto de rentas", que no se sabe exactamente qué significa, pero que estoy seguro no propone apretar los cinturones de las grandes fortunas. Y... ¡ah!, como no podía ser de otra manera, echa en falta medidas adicionales que afecten a las pensiones (y tampoco creo que lo que está solicitando es mantener su poder adquisitivo).

Por su parte, la Comisión de la Unión Europea propone un tope de emergencia al gas cuando los derivados sobrepasen los 275 euros durante dos semanas consecutivas; lo que, es necesario precisar, no ha sucedido ni en el mes de agosto, cuando el consumo ocasionado por el aire acondicionado alcanzó su momento más álgido. Así las cosas, el gozo de los países ibéricos, por la esperada aceptación de su iniciativa a nivel comunitario, lo han arrojado estos burócratas al pozo del olvido acompañando el desplante con la burla más sardónica.

Fíjese el lector que todas estas injerencias en nuestros asuntos internos (me atrevo a calificarlas de tales) siempre tienen el mismo signo, el marcado por la doctrina neoliberal. En lo que respecta al alza de los tipos de interés, se pretende preservar el negocio bancario aun a costa de sumir a los países comunitarios en una recesión de imprevisibles consecuencias sociales. Si hablamos de los "consejos" del FMI, lo que proponen es recortar el gasto público y, así, rebajar la presión fiscal sobre quienes más tienen y hasta ahora menos pagan. Y, termino con lo de la Comisión: su negativa tácita a limitar los precios del gas aboca a la pobreza energética a millones de hogares con el solo propósito de garantizar el aprovisionamiento de este preciado combustible a los países más ricos, para que continúen sacándonos traineras en eso del PIB industrial.

Es muy fácil reparar en que estas directrices, que nos vienen impuestas desde el exterior, tienen un enorme impacto en el decurso de las vidas de los ciudadanos, coartan las iniciativas nacionales o regionales más progresistas e imponen un modelo conservador regido por la tiranía del mercado, con independencia de quién gobierne en cada uno de los distritos electorales bajo su égida.

Siendo estas instituciones tan importantes a la hora de establecer las reglas de juego económico bajo las que debemos sobrevivir los más de cuatrocientos millones de ciudadanos comunitarios sería de esperar que, tratándose de un espacio político constituido en su integridad por democracias liberales, eligiéramos a quienes detentan tan elevadas responsabilidades. Pues no, querido lector, ni el FMI ni el BCE ni la Comisión UE los constituyen personas directamente electas, ni siquiera la presidenta comunitaria lo ha sido a propuesta del Parlamento Europeo como resultado de la voluntad popular expresada en las urnas; no hemos elegido a esas señoras y señores de rostros graves, encargados de trasladarnos la sempiterna mala noticia de que vivimos por encima de nuestras posibilidades. Bueno, no todos, solo los pertenecientes a las clases media y baja, porque los ultra ricos engordan sus fortunas a ritmos geométricos, al parecer tan justa como sosteniblemente.