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27 marzo 2022 (1): ¿Conspiraciones? Haberlas haylas

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 27 mar 2022
  • 3 Min. de lectura

Todos lamentamos la sucesión de desgraciadas circunstancias que, desde hace más de dos años, viene golpeándonos sin piedad. Primero fue la pandemia, atroz por el terrible coste en vidas humanas que ha tenido y deprimente por su impacto económico y psicológico. Y ahora, sin tiempo material para siquiera haber disfrutado un tanto de la normalidad, nos enfrentamos al segundo conflicto armado relevante de los acontecidos en suelo europeo tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Pandemia y guerra, aparte de sus víctimas directas, han producido otra serie de infortunados daños colaterales: morbilidad y mortalidad de otras afecciones disparadas, además de peor atendidas, pérdidas económicas gigantescas, empobrecimiento general de la población, inflación descontrolada y severas restricciones al ejercicio de las libertades ciudadanas.

No es extraño que en medio de todo ese runrún escatológico hayan proliferado las teorías conspirativas del más variado jaez. En este blog ya he manifestado mi posición al respecto en diversas ocasiones rechazando la especulación sin fundamento, o con propósito perverso, y las disparatadas tesis que no cuentan con una sola prueba en su favor.

Sin embargo, entiendo este ambiente milenarista que se ha instaurado en las psiques de millones de personas, porque el estrés al que venimos siendo sometidos es difícil de sobrellevar sin acusarlo de alguna manera. Y aquí es donde empieza mi reflexión porque, si bien no hay evidencia alguna de la existencia de un designio malicioso que guíe al mundo, sí es más que probable que los poderosos hayan aprovechado estas circunstancias extraordinarias para dar otra vuelta más a la llave de los grilletes que nos atenazan.

Quiero decir que tanto la pandemia como la guerra suscitan miedo, máxime si este se exacerba, merced a unas pautas de profilaxis desmedidamente conservadoras, exagerando el impacto de la enfermedad e imponiendo desproporcionadas restricciones al normal discurrir de nuestras vidas, o martilleando con el irresponsable mantra de un posible conflicto global con armas de destrucción masiva de por medio.

El miedo, ya se sabe, es paralizante. Tan ocupadas han estado nuestras mentes en digerir tanto supuesto riesgo de perder la vida, que en este bienio negro no ha habido espacio para la protesta o la reivindicación. Hemos sido plástica arcilla en las manos del alfarero, que no sé con certeza quién es y si tiene un plan o es la Segunda Ley de la Termodinámica en su más despiadada versión. Sea de una forma o de otra, lo cierto es que caminamos por la senda de la unanimidad; todos estamos de acuerdo en todo, aplaudimos desde los balcones nuestra reclusión, transigimos con la práctica desaparición de la atención primaria, acatamos silenciosos la escalada de los precios, ovacionamos encendidas filípicas rebosantes de belicismo y nos parece de perlas que los presupuestos de "defensa" crezcan como la masa del pan por la acción de la Saccharomyces cerevisiae.

Por supuesto que quedan demoradas sine die las posibles soluciones a las madres de todos los problemas: el cambio climático, la sexta extinción y la incapacidad de alimentar adecuadamente a toda la población mundial; más aún, vemos estoicos e imperturbables cómo crece la pobreza en nuestro derredor próximo y se les niega cualquier futuro a nuestros jóvenes. En fin que, por unos riesgos más o menos probables, renunciamos a ahuyentar los peligros ciertos y aparcamos, tal vez definitivamente, el bello sueño de construir un mundo más justo e igualitario.

 
 
 

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1 comentario


Luis Fernandez Ovalle
03 abr 2022

siempre pensé y pienso que eres una persona buena y que incluso no concibes que la malicia esté tan extendida por el orbe pero sí que hay evidencias de que conspiran a la sombra, desde pequeños detalles (obsolescencia programada) hasta planificar la destrucción de países... en la historia pocas cosas ocurren solo por azar al contrario de lo que ocurre muchas veces en los fenómenos de la pura naturaleza

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