27 diciembre (2): Coherencia
- Javier Garcia

- 27 dic 2020
- 3 Min. de lectura
¡Qué difícil es ser coherente en el largo plazo! Yo mismo, en este blog que ya ha salido de cuentas, he incurrido reiteradamente en gruesas incongruencias; cualquiera que tenga la infinita paciencia de leerse los artículos publicados en torno a una misma temática podrá corroborarlo: opino una cosa y la contraria, o matizo hasta desdibujar por completo la posición inicial. En fin, que es muy propio de la condición humana veletear según las circunstancias.
Claro que mis puntos de vista no se transforman en decisiones ejecutivas, así que mi pecadillo es tan venial como el monjil pellizco. No es el caso de los poderosos de este mundo que, cuando resuelven, lo hacen con efecto sobre las vidas de millones de seres humanos. Fueron unas imágenes de la señora Merkel de hace unos pocos días las que me empujaron a esta reflexión. Angela, como gustaba de clamar M. Rajoy, lloraba a moco tendido por los más de novecientos muertos diarios por COVID en Alemania a la par que afirmaba que se trataba de una tragedia humana con la que no se podía transigir. Lágrimas de cocodrilo, "meine fraülein", porque usted ha dirigido los destinos de Europa durante década y media, y su política austericida ha causado estragos entre una parte nada desdeñable de los cuatrocientos millones de europeos. Muchos han engrosado por su causa la abultada masa de pobres y desheredados y, por ello, se han ensañado con ellos otras pandemias culpables de abundantes bajas, eso sí, más difíciles de cuantificar que las causadas por el coronavirus.
Otro caso paradigmático de la incoherencia es el de la derecha española. Siempre tan patriotas, tan decididos defensores de la unidad y grandeza de España, basta que les den una Barataria para que inmediatamente la transformen en ínsula. Ahí tenéis a las comunidades autónomas gobernadas por la alianza conservadora que han anunciado su intención de declararse en rebeldía ante la nueva Ley Orgánica de Educación o mostrado sus discrepancias permanentes y sin causa en torno a las medidas sanitarias adoptadas desde el gobierno central.
En estos días en que se confirma el acuerdo para el Brexit y su postguerra, tampoco podía dejar de mencionarse a la clase política inglesa. Muy partidarios ellos de decidir su propio futuro en solitario, pero claro, gozando de los privilegios comerciales de pertenecer a un club y sin prejuicios a la hora de hacernos la puñeta con su indecente dumping fiscal. En fin, que como se decía en los tiempos de la incorrección política, "quieren la suegra borracha y el pellejo entero".
Tampoco se escapa de esta crítica "el increíble hombre naranja", tan despectivo con todos los perdedores que en el mundo han sido. Resulta que, al final, a él también le han administrado su propia medicina y proferido, siquiera desde el tácito mensaje de las urnas, la espantosa frase que empleaba en su reality: "you ́re fired". Como todos aquellos que criticaba por inútiles y malos encajadores, no se lo ha tomado muy bien y ha tratado, sin suerte, de amañar las reglas del juego; a ver si con el balón cuadrado no le metían goles.
Pese a la inspiración divina, no podía faltar a esta lista de incoherentes la Iglesia Católica, que se nos ha puesto digna con la propuesta de Ley de Eutanasia y ha salido en defensa de la vida. ¿De cuál? Porque, según toda la evidencia anterior, nunca han condenado la pena de muerte e, incluso, han justificado los actos bélicos.
La lista podría seguir hasta cuando desaparezca el desempleo, pero como he de concluir, decido hacerlo con los recalcitrantes retrógrados que aún pululan por nuestros cuarteles. Porque, pese a la decidida defensa del Ministerio de Defensa (¡qué horrible reiteración!), algunos colectivos de militares en activo también han jaleado aquello de los "veintiséis millones de hijos de puta". En este caso ya no sé si se trata de incoherencia o del más descarnado de los cinismos; en cualquier caso, quienes abogan por un nuevo alzamiento y el subsiguiente régimen totalitario se quejan ahora de que el actual ejecutivo está imponiendo el pensamiento único. Cosas veredes.

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