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27 agosto 2023 (2): El naufragio final de la democracia

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 27 ago 2023
  • 2 Min. de lectura

El señor Espinosa de los Monteros, liberal de Vox, que por moderado iba a dejar la primera línea de la política, se ha destapado proponiendo que, para desatascar la inverosímil investidura de Núñez Feijóo, se recurra a convencer a algunos "socialistas buenos".

Lo que crudamente sugiere este prudentísimo promotor inmobiliario es, queridos y boquiabiertos lectores, que se compre, con efectivo o especias, la voluntad de unos cuantos parlamentarios para que, traicionando a todos los electores que depositaron una papeleta, con su nombre formando parte de una lista cerrada partidista (del PSOE, claro), se abstengan u otorguen su voto positivo a la candidatura del señor Núñez Feijóo.

Resulta inaudito que se hable de transfuguismo como de una más de las tácticas plausibles en política, porque normalizada semejante vileza de la democracia no quedaría ni el nombre. Todo se reduciría a un mercadeo vergonzante entre la clase política, cuyos colores ideológicos de tan desvaídos resultarían indistinguibles. Por supuesto que el votante dimitiría de su deber cívico y los lobbies económicos harían su agosto, ya que sus interlocutores institucionales llegarían a los cargos desvirgados de cualquier escrúpulo moral.

De hecho, semejante insinuación significa que para quien la formula lo único que importa es el poder, con independencia de los métodos usados para alcanzarlo. Y si para algunos el poder es tan relevante es porque ansían emplearlo para fines inconfesables. Como ya han mostrado los numerosos casos de corrupción que han festoneado negativamente la deplorable historia de ese partido del que usted me habla durante las últimas décadas, aquí de lo que se trata es de "coger cacho". Y lo peor es que quienes se revuelven en el cieno de lo indecoroso son los mismos a los que se les llena la boca con apelaciones al patriotismo y el amor a España. Su lema es "todo por la pasta"; deberían hacer que esta consigna presidiese la entrada principal de sus sedes en grandes caracteres.

De todos modos no hay por qué escandalizarse, que la política salga a subasta es un paso más en el camino hacia la desaparición del estado; que, oh sorpresa, no la preconizan los anarquistas utópicos, ni siquiera los perversos comunistas de viejo cuño, sino los Chicago boys, adoradores del becerro de oro, que otorgan todo el poder al mercado, porque obra más milagros que los bendecidos amuletos de Lourdes. Se autorregula, dicen, y tiene la capacidad de parir el poco orden posible entre nosotros los humanos, que por algo fuimos expulsados del paraíso. Bueno, en realidad no reniegan del estado, simplemente lo reducen a sus organismos represivos: policía, aparato judicial y ejército (por si alguno creía que estos codiciosos están pensando en fundar una nueva Arcadia, con lo que babean es con una distopía donde unos pocos acumulen monstruosas fortunas al tiempo que se condena a la inmensa mayoría a la marginación, la miseria y el control del pensamiento).

Termino haciendo votos para que no se produzca el apelado tamayazo, aunque si queréis que os diga la verdad no las tengo todas conmigo. Por desgracia tenemos por delante un largo mes para que las intrigas y las conjuras medren. Veremos qué pasa.

 
 
 

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