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2 noviembre 2025 (3): Cierre de lo que se quiere cerrar para siempre

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • hace 5 días
  • 2 Min. de lectura

El 1 de octubre, y tras no llegarse a un acuerdo presupuestario entre demócratas y republicanos en las cámaras legislativas norteamericanas, cerró la administración federal; o sea, que ya ha discurrido un mes largo con muchos miles de funcionarios en sus casas y sin percibir salario alguno, al tiempo que cesaban servicios esenciales para millones de ciudadanos.

Pero la medida tiene trampa, porque se cierra discrecionalmente, y continúan a toda máquina las actividades federales vinculadas a la seguridad del estado: judicatura, policía, espionaje y ejército.

Así que, mientras quienes desempeñaban funciones necesarias para la supervivencia de una comunidad, ya seriamente quebrantada, las pasan canutas para poder comer (parece ser que a su precariedad se va a sumar en breve la suspensión de la ayuda alimentaria a través de unas cartillas que paliaban el desastre de decenas de millones de norteamericanos con problemas para alimentarse con lo más imprescindible), siguen funcionando a gran ritmo y bien lubricados económicamente: el aparato represor interior, el encargado de inmiscuirse en los asuntos propios de otros países y el dispositivo militar más poderoso que el mundo ha conocido (el presupuesto de defensa de los Estados Unidos representa más de la mitad del mundial destinado a los ejércitos).

Este cierre hace realidad el sueño húmedo del neoliberalismo, que no es otro que restringir el desempeño del estado a sus sistemas de mantenimiento del orden establecido, financiados por quienes son vigilados, faltaría más. El resto de actividades no ha de ser regulado, ni el estado ha de desempeñar papel alguno en esos ámbitos privatizados; cada uno debe ejercer su libertad, o libertinaje, a su capricho, si tiene capacidad económica para ello. Y los que no la tienen pues a malvivir, o a morir liquidados por la drogadicción o la insalubre alimentación.

Sorprende la resiliencia de un sistema político y económico tan injusto. Pero su supervivencia, peor, su buena salud, es posible porque la cultura individualista ha calado tan profundamente en las mentes de la gente de allende el Atlántico que son incapaces de organizarse para exigir el disfrute de sus derechos más elementales. Además, y desafortunadamente, el individualismo se ha exportado con gran éxito, y ya nos tiene completamente invadidos; no veo más futuro que el de la desigualdad más monstruosa y el deterioro medioambiental imparable. Los ricos ya planean colonizar otros mundos para alargar indefinidamente sus vidas lejos del estercolero en el que van a transformar nuestra Tierra.




 
 
 

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