26 febrero 2023 (2): Polarización fractal

En el día de ayer, la nave espacial rusa Soyuz MS-23 se acopló con la Estación Espacial Internacional con el propósito de rescatar en próximas fechas a una tripulación, constituida por dos cosmonautas rusos y un astronauta norteamericano, que había perdido su nave de regreso, la Soyuz MS-22, al parecer agujereada por un micrometeorito.

¡Qué bonita colaboración internacional, qué Arcadia espacial en la que conviven felices seres humanos de todos los puntos del globo, gobernados por variopintos sistemas políticos y, por lo que transmiten, cantando églogas a la colaboración internacional!... ¿O no?

Lo cierto es que el envío de rescate responde, exclusivamente, a un compromiso contractual de Rusia que, por otro lado, ya había anunciado el abandono de este proyecto conjunto tan pronto como el año que viene. En cualquier caso, y bastante antes de que aconteciera el accidente espacial que ha demorado el regreso a tierra de la tripulación afectada, ya no era ningún secreto que la polarización política había llegado a la órbita baja. Como soy un apasionado de todo lo relativo a la cosmología, la astrofísica y los viajes espaciales, sigo con interés y fidelidad las noticias que nos proporciona la NASA; y en su página web oficial es muy fácil darse cuenta de que la colaboración rusa se contempla con extrema asepsia, solo se menciona cuando las novedades acontecidas lo exigen y en raras ocasiones se exhiben fotografías y vídeos donde astronautas y cosmonautas comparten espacio físico y comunes actividades.

Tengo para mí que astronautas y cosmonautas desarrollan programas de investigación completamente diferenciados, cada cual empleando sus propios instrumentos y ocultando a los compañeros de la otra bandera qué hacen y qué resultados obtienen. Si me apuráis, apuesto a que rara vez coinciden en los mismos habitáculos y que no comparten ni alimentos ni, muchos menos, los "inodoros".

Señores, es el tiempo de Santiago y cierra las patrias así en la Tierra como en el cielo. Se acabó eso de la hermandad universal, del empeño conjunto de la humanidad por explorar lo desconocido y de tratar de entenderse pese a mediar abismales distancias culturales o ideológicas. La polarización se aprecia ya en todas las escalas de las relaciones culturales, diplomáticas o económicas. La colaboración ha dado paso a la confrontación, de modo que también del espacio regresan las misiones civiles mientras despegan las militares.

Triste epílogo para la Estación Espacial Internacional que, por otro lado, y a juzgar por las críticas que ya llevaba soportando, ha sido un fiasco científico, ofreciendo hasta la fecha muy menguados resultados frente a la gigantesca inversión realizada. Sobre todo si comparamos su contribución al conocimiento con el proporcionado por numerosas misiones no tripuladas, mucho más económicas. A partir de ahora, cada cual tiene su proyecto particular para ocupar permanentemente la órbita lunar o, incluso, el polo Sur de nuestro satélite. Y cuando digo cada cual incluyo no solo a los estados beligerantes, sino también a las grandes compañías comerciales, que ya no saben dónde hallar nuevos caladeros de negocio. La dispersión tras la Torre de Babel sucede en numerosas ocasiones.