26 febrero 2023 (1): Un año
- Javier Garcia

- 26 feb 2023
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Hace un par de días que se cumplía un año del inicio de la eufemísticamente denominada "operación militar especial" de Rusia en Ucrania. Creo que en aquellos primeros compases del conflicto muy pocos hubieran apostado porque doce meses después la conflagración continuara y, mucho menos, que tras tanto tiempo ni siquiera se vislumbrara el fin de la guerra.
Con motivo de este triste primer aniversario El País ha publicado una serie de datos cuantitativos creíbles que me parecen especialmente útiles si queremos formular predicciones acerca del futuro que aguarda al choque armado y a los bandos enfrentados. Veamos, el PIB de Rusia multiplica por nueve el de Ucrania, tiene unos cien millones de habitantes más, la superficie se acerca a treinta veces el tamaño de su vecina y el presupuesto en defensa es casi catorce veces superior en el caso del gigante del Este. Estas cifras hablan del enfrentamiento entre un hipertrofiado Goliat y un enclenque David. Sin embargo, hay treinta países, entre los que se cuentan casi todas las grandes potencias mundiales, que ayudan militarmente a Ucrania; es más, si se suma este apoyo al presupuesto defensivo propio ucraniano, resulta que el esfuerzo económico bélico de ambos contrincantes es prácticamente el mismo. Si a eso se añade, o se resta, el daño económico que las sanciones adoptadas por cuarenta países están infligiendo a Rusia, resulta que el diagnóstico sobre el estado de cosas puede variar notablemente; dado lo equilibrado de las fuerzas, hasta es plausible considerar la victoria militar del alfeñique.
Esto en lo tocante a lo estrictamente material, pero las guerras también se libran en el ámbito de las relaciones diplomáticas y la propaganda y, a instancias de Ucrania, Rusia ha sido nuevamente condenada por la Asamblea General de las Naciones Unidas con la contundencia de los cientos cuarenta y un votos a favor de la moción, de entre los ciento noventa y tres estados miembros. Como con las cifras que eran favorables a Rusia, con estas que le son adversas también se hace preciso relativizar teniendo en cuenta que, entre los países que han votado en contra o se han abstenido, suman una parte significativa del total de los seres humanos que pueblan este planeta y que ni siquiera en Europa, tan inequívocamente alineada con la posición del bloque occidental, existe unanimidad entre su ciudadanía (una encuesta reciente realizada en España muestra que un tercio de ella no comulga con la unanimidad que muestran los partidos políticos).
Concluyendo, los datos, si se valoran a la luz de las consideraciones que los contextualizan, explican el porqué del estancamiento de las hostilidades, ya que a efectos prácticos los contrincantes están muy emparejados en recursos y, por si fuera poco, también están igualmente encastillados en sus posturas nacionalistas, de modo que ambos se resisten a negociar y, mucho más, a realizar concesiones al adversario.
Estamos, por consiguiente, ante una guerra de desgaste, de la que saldrá vencedor el bando que sea capaz de soportar mejor las bajas, el desabastecimiento de armamento, la destrucción, las penurias de la población civil y el cansancio de sus apoyos internacionales. Para ese atroz marathon otra vez parece Rusia la mejor posicionada, por su mucha mayor población, su inmenso territorio y las abundantes materias primas que posee y que garantizan el autoabastecimiento de casi cualquier cosa. Sin embargo, de nuevo parece que esta infame partida de ajedrez se iguala por la promesa reiterada de los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte de sostener la posición ucraniana cueste lo que cueste y dure lo que dure la guerra.
Al final, y con riesgo para todos, solo queda un factor que distingue claramente a los bandos en lucha: uno de ellos es la segunda potencia mundial en el número y capacidad destructiva de sus armas nucleares, sean de naturaleza táctica o estratégica. ¿Si las cosas le van mal, se va a resignar Rusia a una humillante derrota contando con su descomunal potencia atómica? ¿Y si decidiera emplearla, iba la alianza occidental a responder de la misma forma, degenerando todo esto en un cataclismo de ámbito planetario? En ese horrible supuesto nuestros dirigentes, además de destinar nuestros impuestos a rearmar a uno de los bandos, pondrían sobre el tablero bélico nuestras vidas. Como bien explica el cuento de los huevos fritos con bacon y lo distintos que son los roles de la gallina y el cerdo en su elaboración, pasaríamos de implicarnos a involucrarnos y, la verdad, creo que no nos gustaría.
En fin, que reparo ahora en que en lugar de partida de ajedrez, esto es una mano de mus, y todavía no sabemos cuáles son las cartas que cada uno lleva, quién está dispuesto a lanzar el órdago y si el oponente se lo querría. De lo que sí podemos estar seguros es de que ninguno tiene cuatro reyes y la mano. Terrible.

La guerra EN Ucrania me parece que es una guerra entre la NATO y Rusia, no entre Ucrania y Rusia. China jugará un papel decisivo en el tablero... Mientras tanto Usa logra records en endeudamiento y gasto militar.... veremos