25 septiembre 2022 (2): La madre del cordero
- Javier Garcia

- 25 sept 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 26 sept 2022
En el periodo electoral inacabable en el que se ha instalado la vida política, la derecha española ha decidido dar la batalla de la fiscalidad. Ya sabéis, en las comunidades autónomas en las que gobiernan han suprimido, o reducido a la mínima expresión, el impuesto del patrimonio.
Alegan estos "innovadores" que la reducción de la carga impositiva a los más afortunados aumenta las inversiones y, a la postre, la propia recaudación fiscal por el incremento de la actividad económica. De otro lado, tampoco se cortan un pelo para reconocer que con estas medidas esperan estimular una suerte de migración de los más acomodados a sus lares, dejando a las comunidades autónomas competidoras, que no opten por estas rebajas, compuestas y sin ricos.
Por supuesto que en todo ese argumentario no hay ni una sola afirmación que resista el más mínimo análisis crítico. Veamos, eso de que gravando menos se recauda más es más viejo, y falso, que el terraplanismo. Se trata de una perístasis que fue profusamente empleada en los tiempos de la "revolución neoliberal" de Reagan y Tatcher. Para justificar tamaño disparate se recurre a la denominada curva de Laffer, que se obtiene de formular la recaudación en función de los tipos impositivos y que muestra que la máxima recaudación no se obtiene con los tipos más bajos, pero tampoco con los demasiado elevados. Lo que no justifican estos sabios del tocomocho es en qué nivel de presión fiscal se obtiene ese ideal comportamiento de la economía y, claro, sin evidencia alguna, apuestan porque el máximo recaudatorio se consigue con tímidos tipos y, muy especialmente, en aquellos ítems que gravan los ingresos de los más poderosos: patrimonio, herencia, actividad empresarial... Así las cosas, uno ya puede sospechar que esta teoría no es sino otra versión más de la ley del embudo; pero es que además en ciencia no hay propuesta teórica que valga si no explica la realidad, si no es capaz de predecir los resultados de las medidas. Y resulta que ya hay un buen número de países y circunstancias en los que los gobiernos conservadores aplicaron severas rebajas a las contribuciones de los más ricos, y consiguieron... lo obvio, raquíticas recaudaciones fiscales. Así que, que lo sepan los electores de la clase trabajadora que votan estas candidaturas conservadoras, las medidas impositivas puestas ahora en práctica no tienen carácter técnico y, mucho menos, son bienintencionadas; por el contrario, quienes las proponen ya conocen lo falaz de sus razones, pero aún así insisten en perdonar a los millonarios lo que deben desde una posición política y de clase plenamente consciente del agujero que todo esto produce en la hacienda pública, y del inevitable recorte del gasto público y de los servicios sociales que viene a continuación.
En cuanto a lo de atraer fortunas, también parece que hay experiencias que ya han mostrado la inanidad de tales estrategias para conseguir el empadronamiento de los más afortunados. Y ello por no añadir que, como se están sumando a esta campaña de los "Robin Hood" del revés todas las comunidades autónomas gobernadas por el PP, no sé de dónde diablos piensan atraer inversores, como no sea de Rusia, con los oligarcas ahora en fuga, no vayan a reclutarlos.
Termino reiterando lo que la praxis apunta de manera abrumadora: solo una fiscalidad progresiva, por cierto, de obligatoria observación por mandato constitucional, es capaz de redistribuir la riqueza y hacer del nuestro, y de cualquier otro, país lugares donde sea posible vivir felices, en paz y armonía.

Comentarios