25 julio 2021 (2): ¡Santiago y cierra, España!
- Javier Garcia

- 25 jul 2021
- 3 Min. de lectura
Hoy es el día de Santiago y, además, domingo, así que ya sabéis que nos hallamos en Año Santo Compostelano (excepcionalmente extendido al 2022 por la dichosa pandemia).
Una tradición, fundada probablemente en la astuta maniobra de un taimado mercadotécnico de la Alta Edad Media, dice que el apóstol Santiago, en una inverosímil decisión evangelizadora, quiso alcanzar los confines occidentales del mundo y acabó recibiendo sepultura cerca de Finisterre. Cualquiera que sea el origen de la leyenda, lo cierto es que este seguidor de Jesús, tan citado por la tradición cristiana como ignorado por la historia, pasó a ser patrón de España y, por tanto, se erigió en el protector sagrado de la patria hispana.
Dicen que, apoyados en su fe, los soldados castellanos que enfrentaron al moro en la batalla de las Navas de Tolosa acuñaron el conocido grito de guerra ¡Santiago y cierra, España! Yo tengo muchísimas dudas al respecto, porque tal choque bélico aconteció en el siglo XIII, tiempo en el que me parece harto improbable nadie tuviera una concepción sobre España como la que, de hecho, no llegó a materializarse hasta la instauración de la dinastía borbónica en el siglo XVIII. En cualquier caso, y sea cual fuere el tiempo en que la consigna se gestara, ahí está la frasecita y su prolífico empleo castrense.
Según lo que he leído, el xenófobo y aislacionista "cierra" viene de la orden militar de entrar en combate, y no de su acepción más habitual. En cualquier caso, y dado quienes han utilizado este lema con profusión, lo de la cerrazón le viene pintiparado. Seguro que, y aquí entro en la materia de la que realmente quería hablar, algunos de nuestros prohombres (es curioso que no exista su femenino, y creo que eso dice mucho en favor de las mujeres) del arco político conservador prorrumpirían con sumo gusto en desgañitados y gallosos aullidos transmisores del manido eslogan. Y digo esto por la reciente comunicación pública del líder del partido mayoritario de la derecha acompañado de un par de estantiguas, aparecidas desde la noche franquista, para que estas afirmaran, con la patente complacencia del jovencito, que la Guerra Española no comenzó con un golpe de estado y que fue la República la responsable del conflicto bélico.
No creía yo que a estas alturas se negara un capítulo tan meridianamente patente de la historia. Ni que, y es lo más grave, el jefe de la oposición asintiera con su silencio y sonrisa cómplices. La abundancia de evidencias documentales que prueban sin ningún espacio para la duda que un grupo de militares insurrectos, apoyados por la derecha política, las fuerzas económicas, la Iglesia y los sectores monárquicos, se alzaron ilegalmente en armas contra un gobierno democrático es tan abrumadora que solo desde la mala fe del fascismo más ultramontano se puede negar. Y eso es lo que ha hecho, por omisión y evidente complacencia, el líder de un partido que, bajo diferentes siglas, ha gobernado más de la mitad del tiempo transcurrido desde el fin de la dictadura. Gravísima irresponsabilidad ante la historia la de este bizarro imberbe. Imposible homologar como derecha democrática a esta que tanto huele a naftalina. Debieran recordar que actúan y se manifiestan ante los totalitarismos en sentido contrario a la mayoría de sus camaradas del Partido Popular europeo que, con mejor criterio, practican una política de aislamiento de las fuerzas de ultraderecha en sus respectivos parlamentos. Aquí, por el contrario: ¡Santiago y cierra, España!

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