22 mayo 2022 (2): La viruela del mono
- Javier Garcia

- 22 may 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 23 may 2022
Andaban nuestros media rebuscando entre los últimos rebrotes del COVID alguna alarma que transmitirnos cuando, para su regocijo, surge del limbo informativo esto de la viruela del mono. Desconozco cuál es el recorrido que le espera a esta infección de moda, pero sospecho que corto, dado que la forma de contagio más probable es el contacto de piel contra piel.
En cualquier caso, y se queréis que os sea sincero, no estoy muy seguro de que esta patología sea cosa de hoy, es probable que los exiguos casos que se están reportando llevaran ya un tiempo entre nosotros y que saltan ahora a la palestra ante el definitivo declive noticioso de la pandemia y el bajón de la solidaridad para con las víctimas de una guerra que, por su dilatación en el tiempo y la normal deriva hacia un más que probable desenlace contrario a los intereses de la "comunidad internacional", lleva camino de merecer el mismo tratamiento informativo residual que los conflictos de Yemen o Palestina.
Así que... ¡viva la viruela del mono! Que, para que no le falte ningún condimento, resulta que parece ha tenido sus principales focos de irradiación en los ambientes sórdidos del "chemsex". ¿Que qué significa el palabro en la neolengua al uso? Pues que grupos de gentes de hábitos promiscuos se reúnen en fiestuquis al calor de saunas y yacuzzis, bailan al ritmo de reguetón y restriegan sus lubricados epitelios asistidos químicamente (¡qué mala prensa para mi digna profesión!) por pirulas de lo más chic o, qué digo, que me quedo obsoleto: cool.
Al cuento no le falta ni un solo aditivo de truculencia y además, como zoonosis que es, se engarza con esas historias previas que responsabilizan a los animales salvajes de todos nuestros males: primero fue el pangolín, o el murciélago, vaya usted a saber, y ahora el dichoso mono que, por cierto, siempre ha tenido muy mala prensa, casi como la serpiente, porque su innegable proximidad genética, las semejanzas que nos unen y su extraordinaria inteligencia han sido motivo de desasosiego para quienes postulan la exclusividad humana. Solo faltaría que hordas de descerebrados emprendieran la cruzada antisimios y se dedicaran a su caza implacable, que todo podría ocurrir siendo como somos los depredadores más terribles y despiadados que el mundo ha conocido.
Todo será necesario para encubrir el hedor de la corrupción que, como casi todas las semanas, ha tenido varios escapes, a cual de ellos más nauseabundo. No preciso sino recordar algunas grabaciones de las robadas por ese prodigio del espionaje que es el comisario "del villorrio" (búsquese sinónimo entre los despectivos de villa), en las que algunos de quienes no ha mucho tiempo ocupaban altísimas instancias del estado se despachan con el mismo descaro que los pícaros españoles del XVII y se conducen con el matonismo propio de los gánsteres norteamericanos de la primera mitad del XX. Y, claro, no puedo concluir sin mentar el grotesco estrambote del caso del "emérito", ahora feliz regatista en Sanxenxo mientras amenaza, deliberada o inconscientemente, con perturbar el sosiego político con sus visitas, que se prevén asiduas y tan insolentes como esta que Gobierno y Casa Real están sufriendo en silencio, como dolorosa almorrana, porque hay dolencias cuyo mayor daño es a la honorabilidad y la dignidad.

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