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21 septiembre 2025 (2): El gran invento de la digitalización

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 21 sept
  • 3 Min. de lectura

He visto La Vuelta, aunque este año, por mor de la violencia innombrable (no vaya a ser que moleste a los regidores madrileños y hasta a otros más próximos, porque el alcalde de Bilbao, otra vez protagonista a mi pesar, ve más víctimas en Ucrania que en Gaza, contra las cifras proporcionadas por los propios ucranianos) haya circulado revuelta y yo haya optado por seguirla alejado de la televisión pública, cuyos comentaristas no perdían ocasión para criticar a los que, desde las cunetas, no pretendían otra cosa que defender la causa de los derechos humanos. ¿El año que viene también van a retransmitir los mismos?

Es el caso que en el otro canal deportivo por el que he optado, entre escapada y neutralización, de los ciclistas o los manifestantes, nos han colado unos cientos de anuncios; mayormente de servicios predominantemente financieros y queriendo convencer de que el uso de las tales apps va a venir de perillas a nuestra economía.

Es el caso que uno de esos comerciales, de una empresa de inversiones, muestra los rostros felices de sus supuestos usuarios tecleando en el móvil mientras practican el ocio extremo (hay un tipo que lo hace mientras se halla en caída libre durante un salto base).

Y ello me lleva a un tema, del que ya he hablado en alguna otra ocasión, y que resulta de feroz actualidad y relevancia tan extrema como los deportes más arriba mencionados. Y es que bajo la vestimenta de la novedad tecnológica y la disponibilidad plena, en cualquier lugar y momento, lo que se nos cuela de rondón es eso de "ser puta y poner la cama" (perdonadme el anacronismo deslenguado, pero es lo que me ha venido a la cabeza). O sea, que el desempeño menos cualificado ya no corre al cargo de los empleados de los proveedores del servicio, sino que son directamente los clientes los responsables de tales actividades de bajo valor añadido que, así, proporcionan a los dueños de la solución telemática no solo el margen comercial sino también la plusvalía de su trabajo.

Un negocio redondo, tanto que hasta las administraciones le han visto las ventajas al invento y ahora todo se gestiona, mejor, nos lo gestionamos los administrados, desde cualquier terminal conectada a internet.

Y, no os lo perdáis, que se están dando pasos aún más ambiciosos en eso del "háztelo tú mismo", porque ahora triunfan las ventas de muebles, elementos de jardinería, dispositivos de fontanería, etc. cuyo montaje operativo se deja al albur de la maña del comprador; engañado por unos precios supuestamente ventajosos.

Así que desaparecen los profesionales y sus empleos asociados, se empeora la calidad de vida de la población, que tiene que sumar a sus tareas habituales estas otras, que antes delegaba en quien se las cobraba y, lo peor, siempre se deja desamparado a un colectivo nada despreciable de los clientes que, por discapacidad física o intelectual, o simple falta de preparación, ha de pedir el concurso de alguien que realmente sabe y que desempeñe el papel que antes le correspondía al cien por cien al vendedor de la solución (se termina pagando dos veces).

Matizo que este movimiento no es universal, depende de cómo mejor se nos sangra. Y digo esto porque en materia de alimentación el proceso es el contrario: el proveedor lo quiere hacer todo, hasta proporciona la cubertería y la vajilla desechables e, incluso, se preocupa de llevar la comida cocinada a nuestra mesa. ¡Madre mía!

 
 
 

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