20 junio 2021 (2): Juega el Rey

La reacción española celebró el pasado domingo su casi periódica fiesta de exaltación patriótica en la plaza de Colón. La representación de estos cómicos de la legua quedó en esta ocasión deslavazada por ese prurito de bañarse en alquitrán y salir tan prístino como si el fluido reparador proviniera del más cristalino manantial de montaña. Quiero decir que los tres juglares jugaron a no mezclarse o a hacerlo por mediación de sus escuderos, no sea que su pureza de sangre se pusiera en cuestión. Apenas superaron la décima parte de firmas de adhesión que en su día recogieron contra el Estatut y tampoco concitaron la presencia de un público tan numeroso como en la ocasión anterior.

Pese a lo gris del acontecimiento, la "Agustina de Madrid", asesorada por el trumpismo español, dio un giro a la partida de ajedrez que sus estrategas han decidido jugar, al parecer hasta el jaque mate de uno de los contendientes, y puso en movimiento a su rey (no sé si blanco o negro, pero seguro que siempre de su color) con motivo de los indultos a los independistas catalanes y la siguiente imprecación: "¿qué va a hacer el rey, los va a firmar?”

No es frecuente, ni los manuales de ajedrez para recién iniciados aconsejan, exponer al monarca e involucrarlo en una fase del juego tan preliminar. Por el contrario, el rey ha de estar bien resguardado, enrocado tras sus peones de la prensa afín y protegido su flanco expuesto por una poderosa torre militar. Solo cuando la partida toca a su fin y la mayoría de las piezas han desaparecido del tablero esta lenta y vulnerable ficha puede desempeñar un rol crítico en el desenlace de la partida. Pese a ello, han decidido activarla desde ya, con el riesgo de ponerse en "zugzwang" (posición que se caracteriza porque cualquier movimiento aboca a una inevitable derrota. Viene del alemán: "zug", jugada, y "zwang", coacción u obligatoriedad). Y digo esto porque, ante tamaña requisitoria, ¿qué ha de hacer el jefe del estado?: ¿negarse efectivamente a firmar los indultos? En cuyo caso se situaría fuera de la ley y propiciaría una fuerte reacción en favor de la república como forma de estado, o... ¿hacer caso omiso del llamamiento de los suyos? Lo que, sin duda, generaría desafección por la institución entre los que más la apoyan.

Pues estad seguros de que se va a decantar por la segunda opción, porque el instinto de supervivencia de la corona es más fuerte que cualquier tentación por el rancio absolutismo. Creo que no tendrá empacho en parapetarse protegido por los caballos (o caballeros) republicanos mientras los alfiles... ¡ay esos obispos!, hacen como si la partida no fuera con ellos; solo entran en juego cuando las circunstancias les permiten pretextar su intromisión política de moral trasnochada siempre, claro, del mismo color en el que se enfundan los de Colón.

Ante el seguro silencio del interpelado, apoyado por un PP que amaga por boca de su lenguaraz chulapa, pero no pega, quienes propusieron el movimiento harán como si nada hubiera pasado. No dudéis sin embargo que, en cuanto puedan, volverán a intentar ponerlo en juego.