2 enero 2022 (1): 2022
- Javier Garcia

- 2 ene 2022
- 2 Min. de lectura
Como en todas las ocasiones en las que se estrena calendario, uno inicia el nuevo año como quien escribe las primeras palabras de un libro aún completamente en blanco, ignorando por qué inopinados derroteros nos llevará la literatura de la vida.
Colectivamente hablando creo que, sin riesgo de yerro, hemos finiquitado un ejercicio nefasto, tanto como aquel reinado del Deseado que terminó siendo Felón. Esperábamos, efectivamente, que 2021 nos redimiera de la angustia y la zozobra de 2020, pero ha concluido casi como una réplica exacta del año anterior, obsequiándonos con una maldita sinusoide de sube y bajas de los infectados y las medidas profilácticas que ha acabado con la poca paciencia que nos quedaba.
Como el gato escaldado, que del agua fría huye, ahora mismo miramos con desconfianza a 2022. Y no solo por la dichosa pandemia, porque cuando se disipe la niebla de la infección veremos cómo esta ha alterado el paisaje, y nos tememos lo peor. Ahí está la finalización de los ERTEs, el problema de administrar correctamente los Fondos Extraordinarios Europeos (y su gigantesca deuda, de la que algunos esperan pasarnos factura en el plazo más breve posible), los puestos de trabajo y hasta las profesiones enteras que no volverán, el elevado riesgo de explosiones sociales en medio de un ambiente enrarecido y con los conspiranoicos conscientes de que es su momento, el de inocular el veneno de la mentira...
No es poca, también, la elevada inestabilidad del escenario estratégico internacional. No pinta nada bien la situación pre bélica de Europa del Este, donde unos pretenden dar por finiquitado el reparto del mundo de los acuerdos de Yalta, y extinguir lo que quedaba de la difunta Unión Soviética, mientras que otros se aferran al sueño del retorno de la Gran Rusia. Tampoco están las cosas para echar cohetes en el mar de la China Oriental, donde Taiwan, ingenuamente convencido de que su "primo de Zumosol" dará la cara por él, quiere probar hasta dónde puede llegar en la persecución de una identidad internacional propia. El gigante se niega, y se negará siempre, a reconocer su independencia; veremos cuán de prudentes o temerarios son los unos y los otros. Termino con Latinoamérica, que ahora parece inmersa en uno de sus vuelcos políticos históricos hacia el progresismo y la equidad, pero que no sé si acabará como los anteriores, ahogado en sangre.
Y todo esto cociéndose en la salsa de un monetarismo de nuevo cuño que se está instalando paulatinamente de la mano de las criptomonedas. La volatilidad al poder, con todo lo que de inseguridad, desregulación e imprevisibilidad que semejante tendencia conlleva, divorciada del control centralizado que hasta hace poco ejercían las bancas nacionales.
En fin, que he enviado al reciclaje el calendario de 2021 y ya luce sobre mi mesa de despacho el de 2022, virgen, inocente, esperando a que los hechos lo llenen de contenido, a que el futuro se torne pasado y los acontecimientos queden etiquetados con la marca indeleble de sus fechas. Salud y valor para enfrentar todo esto.

Comentarios