top of page

2 abril: Famosetes y enfermos imaginarios

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 6 may 2020
  • 2 Min. de lectura

En las actuales circunstancias no es posible no fijarse en cómo aristócratas, ricos de cualquier jaez y famosos o, mejor, famosetes, nos transmiten sus problemas de salud.

Es factor común, sospechosamente presente en la mayoría de los casos, la levedad de la patología o su sorprendente (por positiva) evolución.

En el pasado, reciente y más remoto, puedo recordar algunos casos sonados: el cáncer de una archiconocida política que solo necesitó de una cirugía menor tras la que se le dio el alta en 24 horas, las neoplasias de un par de conocidos colaboradores de los programas del chisme que no les impiden meter más horas en la tele que un reloj de cucu (lo digo por el cotorreo) o los problemas vasculares de algún otro presentador que, como es notorio, también se arreglan de hoy para mañana.

Los exitosos españoles no son los únicos que practican esta reprobable mercadotécnica. Al otro lado del Atlántico, hay actores y cantantes de éxito que padecen, desde drogodependencias nunca probadas hasta síndromes autoinmunes como el lupus, difíciles de descartar desde la distancia.

Esta frecuencia de las más variadas patologías, inauditamente alta entre los privilegiados y, sobre todo, sus taumatúrgicas curaciones, no tienen explicación ni por su forma de vida, ni por la cara sanidad a la que recurren ni, claro, debido a su sangre azul. Así que responden a la exageración cuando no al completo engaño.

Ahora, con el coronavirus, asistimos al espectáculo folletinesco de que también “el bicho” los prefiere potentados o, y esto es lo verdaderamente asombroso, políticos y reyes varios.

Como se hace difícil entender por qué las clases adineradas son más vulnerables a este microorganismo que el resto de los mortales, no queda otra que concluir que a ellas se les están aplicando sistemáticamente los tests más fiables, al parecer tan escasos para todos los demás. Una práctica para la que no encuentro explicación científica alguna ya que, por sus altas capacidades económicas, cuentan con los medios para aislarse y, si quieren, pueden por un tiempo prescindir del contacto físico en el desempeño de su profesión.

Acabando: me parece repugnante que se tribialicen las enfermedades, que se banalicen males muy serios o que se fibrolice sobre periodos de tratamiento que sufren de verdad millones de personas; y todo por el “plato de lentejas” de unas imágenes en la tele o unas líneas en algún diario de gran tirada.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo
30 noviembre 2025 (2): El bazar en la red

Como hace tiempo que había dejado de prestar atención a las redes sociales, casi me había olvidado de la enorme capacidad de creación de negocio que fluye digitalizada. Es por eso que me ha pillado de

 
 
 
23 noviembre 2025 (3): Tsunami de despropósitos

El mismo día que el fiscal general del estado era insólitamente condenado por una filtración informativa, cuyo origen en la acusación pública no parecía evidente, salvo para el tribunal que lo juzgó,

 
 
 

Comentarios


Formulario de suscripción

688806378

©2020 por El observador inercial. Creada con Wix.com

bottom of page