19 marzo 2023 (1): La caridad empieza por uno mismo
- Javier Garcia

- 19 mar 2023
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La corte de las maravillas en que se ha convertido Madrid es una fuente inagotable de noticias entre el esperpento y el realismo mágico. La última ha tenido que ver con los beneficiarios del denominado "bono social térmico", una ayuda que supuestamente estaba concebida para paliar las penurias energéticas de la población más vulnerable. Pues bien, en el reino de la desfachatez y el cinismo prima la máxima "del rey abajo ninguno", o sea, que cualquier palanganero de la presidenta de la Comunidad es un menesteroso y, siendo ello así, no hemos de sorprendernos de que tanto su segundo en el Gobierno madrileño como su lugarteniente en el partido disfrutaran de esa ayuda porque son abnegados cabezas de sendas familias numerosas; no importando que, por ejemplo el primero de ellos, haya declarado un patrimonio millonario.
Pero el vodevil con música de Benny Hill tiene otros actores, y resulta que también el marido de la líder de Más Madrid, cómo se nota que estamos cerca del Día del Padre y que son los acomodados los prolíficos, ha sido agraciado con este jugoso premio a la virilidad. Dice la del partido que se creó para dividir que no necesitan esa subvención y la van a devolver; y entonces, ¿para qué solicitaron y aceptaron la ayuda?
En descargo de estos desaprensivos, o para oprobio colectivo, un noticiario informa de que otros 242.000 beneficiarios tampoco han acreditado problemas de ingresos; con lo que uno empieza a pensar que estas son ayudas de los pobres a los ricos.
Y todo esto ocurría cuando la fiscalía europea se resignaba a que el caso del hermano de Isabel La Grande y sus mascarillas pasara a la larga lista de desvergüenzas sin escarmiento, porque para los togados que analizaron el presunto delito cobrar tres veces el precio en origen de un producto de tan extrema necesidad no es percibir una comisión exagerada.
De victoria en victoria y con sus paniaguados ahítos de favores, inquebrantables en su lealtad y a la espera de la siguiente bicoca, la capitana de ese ejército de espectros alzados desde los pudrideros franquistas ha arengado a su turba afirmando que la izquierda está acabada y añadido un inquietante "matadlos". Como veis, la exquisitez parlamentaria llevada a sus últimas consecuencias y en perfecta sintonía con la proclama de un militar, o ex militar, da lo mismo, que hace un tiempo dijera que para salvar a España había que ejecutar a veinticinco millones de traidores a la patria.
Con todo, lo peor no es que palabras y hechos se precipiten por el abismo de lo intolerable, sino que, pese a ello, haya una minoría mayoritaria de ciudadanos que aplauda la tragicomedia representada y que apoye sin fisuras la golfería política y la corrupción desbocada. La crisis en la que nos hemos sumido sin visos de remontar no es ideológica, no es política, sino moral. Porque hay un elevado porcentaje de la población que considera legítimo emplear los cargos públicos para enriquecerse, aprueba el juego sucio en la arena dialéctica y hasta se queda con las ganas de pasar a las manos, si cobardemente contara con los apoyos y la legitimación que le permitieran asestar sin recibir.
Las elecciones están cerca y nadie puede llamarse a engaño. Se trata de elegir entre democracia o totalitarismo, de detener el avance de la desigualdad y de darle una nueva oportunidad a los principios; sin los que la convivencia, pacífica y confortable para todos, suena a quimera inalcanzable.

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