18 junio 2023 (2): Otra vez la estantigua del franquismo
- Javier Garcia

- 18 jun 2023
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Actualizado: 5 ago 2023
Tras la celebración de los comicios municipales y autonómicos ya se han constituido la mayoría de los gobiernos locales y regionales. Y, como cualquiera podría haber previsto, el PP y Vox han llegado a numerosísimos acuerdos para desplazar de los cargos a las fuerzas del progreso y a los nacionalistas. De estos hechos se concluyen dos evidencias: que al Partido Popular solo le interesa el poder y que ellos y su escisión cañí son la misma cosa, ese tardofranquismo que semeja a uno de esos virus que, tras décadas de haber infectado un organismo, sigue ahí en estado de latencia, listo para una recidiva a la menor oportunidad que le pueda proporcionar un sistema inmunitario debilitado.
Que ambas fuerzas son franquismo lo prueba la circunstancia de que, después de casi medio siglo de la muerte del sangriento dictador, han sido incapaces de condenar su abyecto régimen, más aún, se oponen a la adopción de medidas estrictamente humanitarias para que los familiares de las víctimas de la masacre nunca halladas (en las estadísticas de las Naciones Unidas España es, tras Camboya, el país con mayor número de desaparecidos) puedan recuperar sus restos y cauterizar en cierta medida la supurante herida que han tenido que lamerse durante toda una vida; la mitad de ella, por cierto, obligados a un ominoso silencio y sometidos a la humillación y el vituperio público de los vencedores.
Pero es que, además, este bloque reaccionario no ha perdido la ocasión para sacar a pasear los símbolos más nauseabundos de aquella larga noche de cuarenta años. Me refiero a que ya tenemos de vicepresidente de una Comunidad Autónoma, y consejero de Cultura para más inri, a un antiguo torero. Como bien comentan las redes sociales, solo es cuestión de tiempo que aúpen a algún cargo público a clérigos trabucaires, santeros sectarios, machistas encausados, condes y marqueses de los que no pegan un palo al agua y otras gentes de las que hieden a naftalina.
Por supuesto que también se apresurarán a derogar de inmediato toda la legislación y normativa mínimamente modernizadora y a sustituir la tímida presión fiscal que se había aplicado a las más altas rentas por un aumento de los impuestos indirectos y de aquellos que afectan a las clases asalariadas. ¡Que vivan los rentistas, los herederos, la nobleza carpetovetónica y la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana!
Añado, finalmente, que estos altivos adalides a ultranza de la España una, grande y libre no tendrán inconveniente alguno en doblar la cerviz ante los intereses del capital internacional y los belicistas, que están haciendo el agosto vendiendo armas, mientras concluyen la definitiva transformación de la nación, consistente en acabar con todos los recursos naturales a la mayor velocidad posible, y reducen a sus compatriotas a la condición de esclavos de un turismo insostenible, que amenaza con la gentrificación masiva de las grandes capitales y de los destinos vacacionales preferidos.
Confieso que esta deriva ultra del electorado español me ha malquistado con muchos bellos enclaves, históricos monumentos, acendradas costumbres y cocinas que admiraba. Es que, perdonadme la llaneza y, quizá, mi punto de intolerancia, pero no puedo sustraerme a la certeza de que la mayoría de quienes en esos lugares me atienden, generalmente con modos y ademanes amables, me negarían el derecho a la discrepancia si en alguna ocasión alcanzaran el suficiente poder como para instaurar un régimen de esos que ahora se llaman iliberales, pero que cuando la gente no se andaba con eufemismos se los calificaba de dictaduras. Espero y deseo que, pese a estas pesimistas consideraciones, salga de nuevo el Sol, y pueda volver a recorrer la península sin esa desazón que hoy me invade al constatar que sobre nosotros se cierne la oscuridad, el más profundo negro, de las camisas, mantillas y sotanas que, cada vez más desvergonzadamente, lucen los esbirros del autoritarismo.

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