17 abril 2022 (1): Elogio de la memoria
- Javier Garcia

- 17 abr 2022
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Todos los días hay noticias acerca de reformas de la educación en ciernes. No hace mucho, la mayoría de los grupos políticos vascos alcanzaron un acuerdo sobre los fundamentos de cómo habrá de ser la formación en la CAV en los próximos treinta años y, más recientemente, se ha estado hablando acerca de la reforma del bachillerato para todo el ámbito estatal.
No dudéis de que, pese al supuesto propósito de constituir marcos legales y reglamentarios estables por décadas, se seguirán reformulando leyes, programas y curricula un día sí y al siguiente también. Y es que todas las administraciones cometen el error de rendirse a las modas y de no contar lo suficiente con sus respectivas oposiciones, ignorando que no hay ninguna política más "de estado" que la educativa y sobre la que más necesario es un amplio consenso; de modo que, cuando la tortilla se voltea, lo primero que hace el agraviado es rectificar a quienes no contaron con él... y vuelta a empezar.
Sin embargo, pese a lo nefando de este irresponsable mareo de reformas y contrarreformas y que esta inestabilidad normativa no es el mejor contexto para ofrecer a nuestra infancia y juventud el proyecto educativo que precisan, todavía es peor otra tendencia, en la que se viene profundizando en aras del supuesto propósito de fomentar el razonamiento lógico y científico, que sistemáticamente concluye su caza implacable de culpables capturando al mismo inocente: el aprendizaje memorístico. A propósito de la mencionada reforma del bachillerato dicen sus impulsores que "prefieren la capacitación intelectual que el saber enciclopédico". Esta afirmación se alinea con muchas otras proferidas por muchos pedagogos de esta "new" wave" de la enseñanza que en esencia nos dicen que solo es importante aprender a aprender, y que el conocimiento está amplia y fácilmente disponible para quien quiera y sepa buscarlo.
Los que eso proponen olvidan una frase de Séneca muy festejada cuando se habla de la gestión empresarial: "no hay viento favorable para el que no sabe dónde va", y que yo traduciría para el caso que nos ocupa preguntando a estos convencidos inquisidores de lo memorístico cómo puede alguien buscar una cosa que desconoce en todos sus aspectos. Más aún, enmiendo la mayor, porque el conocimiento solo reside en el cerebro humano, todo lo demás, lo que se soporta sobre imanes microscópicos o papel, es información, cúmulos de datos, guarismos y fórmulas abstractas que solo adquieren valor cuando un encéfalo los comprende, los interpreta y hace uso de ellos en beneficio de un propósito determinado, incluyendo la posibilidad de generar nuevo conocimiento que, no lo olvidemos, antes de que su versión ROM ocupe espacios en los soportes externos, ha de haber tenido su gestación, su vida intrauterina, en la mente de un ser humano. Así que, queridísimos pedagogos del último grito, lo que está cada vez más accesible, a un solo clic como os gusta decir, no es conocimiento, y solo puede transformarse en él si el cerebro receptor acumula en su memoria el mínimo conjunto de saberes necesario para interpretar y aprovechar lo que desde el exterior se le proporciona.
En fin, que pretender que se alumbren procesos cognitivos elevados sobre el yermo paraje de un cerebro que ha tendido escasas conexiones sinápticas, que almacena muy poca experiencia, es como esperar que sobre un sustrato extremadamente salino y pobre en nutrientes crezcan y maduren saludables las espigas del pan de cada día o, alternativamente, que un supercomputador fundamente su funcionalidad en una escueta memoria RAM.
Con todo los desmemoriados son plaga, porque esta moda olvidadiza tiene el inconfesable atractivo de evitarnos el duro ejercicio de retener y de hacernos soñar con la quimera del aprendizaje sin esfuerzo. Así que los partidarios de este Alzheimer social no solo abundan entre los que andan a la búsqueda de la piedra filosofal en materia pedagógica; todos, absolutamente todos, estamos perdiendo buena parte de nuestra capacidad para almacenar recuerdos. Y, si no me creéis, decidme aquellos que peináis más canas que bello pigmentado cuántos números de teléfono de los de dial almacenabais en vuestras cabecitas adolescentes y cuántos recordáis ahora de los actuales móviles. De estos últimos muy probablemente solo el vuestro.
Y termino, la escasa memoria es algo que viene muy bien a quienes no desean que hilvanemos los hechos pasados con la actualidad; así, hay algunos partidos políticos que pretenden lobotomizarnos cargándose la Ley de la Memoria Histórica.

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