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16 octubre 2022 (2): Amedrentados

  • Foto del escritor: Javier Garcia
    Javier Garcia
  • 16 oct 2022
  • 2 Min. de lectura

Anunciaron unos felices veinte, de sosegado crecimiento económico, estabilidad laboral y futuro predecible. Pero llegó la pandemia y se cernió sobre nosotros la sombra de la muerte. En apenas unas semanas de decretado confinamiento, se dio por buena la ruina de todas las expectativas de crecimiento y bienestar en aras del bien supremo de sobrevivir.

Desde entonces no hemos levantado cabeza, o no han dejado que nos incorporemos, que siquiera alcemos la mirada. Las buenas noticias sobre el COVID apenas duraban una quincena antes de que las cifras de contagios, ingresados y fallecidos volvieran a crecer, en un sube y baja desesperante que ni siquiera cesó con la vacunación masiva. Y, cuando parecía que habíamos quebrado esa espantosa sinusoide del ánimo, en vísperas de la Navidad de 2021, a alguien se le ocurrió la idea de que, para preservar la vida de los frágiles, era procedente la realización masiva de tests, que no arrojó otro resultado que el desasosiego masivo y la soledad de los que se pretendía proteger.

Apenas los que no habíamos quedado traumatizados de por vida tratábamos de vivir la verdadera normalidad, cuando empezó la guerra de Ucrania. Al virus lo sustituyó la radiación, resultado de una verosímil conflagración nuclear, como plausible Bestia apocalíptica.

Nuestros gobiernos nos tranquilizaron arguyendo la superioridad económica, tecnológica y militar sobre el mal que venía del Este, y decretaron un sinnúmero de represalias comerciales contra el enemigo. Pero han debido, o justificado, incrementar disparatadamente el gasto militar en detrimento de lo social, al tiempo que el precio rampante de las materias primas ha desatado la espiral inflacionista.

Lo siguiente que anuncian que viene se llama estanflación, recesión o vete a saber qué otro espantajo. !Ah! Y de aquello de que teníamos garantizado el suministro de combustible durante el próximo invierno nada de nada; de hecho abundan las previsiones distópicas sobre un gran apagón, que hasta tiene una serie en la tele.

Por si todo eso no bastara para desesperar al más entero, y ante la evidencia de que lo del crecimiento económico negativo no parece que asustara lo suficiente a los vacunados contra el horror, circula por ahí una serpiente de otoño que habla de “corralitos” y la ruina completa de los ahorradores.

Termino constatando que el germen del COVID, Viruela del Mono mediante, ha vuelto, por lo menos a los titulares. Ya nos están avisando de que, después de felices meses ignorándolo, otra vez repunta, ahora en bélica alianza con su primo de la gripe ordinaria. Retornarán las vacunaciones masivas y, tal vez, las limitaciones a la poca libertad que nos resta.

Concluyendo: estamos sometidos a la tiranía del miedo, el mejor de los aliados de los poderosos, porque paraliza, porque relativiza el gran mal de la injusticia y desmoviliza a la ciudadanía en sus más justas reivindicaciones. No queda otra que ignorar tanta admonición y decirle a esta gerontocracia decadente que gobierna el mundo que se vaya a tomar por donde amargan los pepinos.

 
 
 

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