16 mayo 2021 (2): Mochila no, gracias
- Javier Garcia

- 16 may 2021
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Esta semana el Banco de España ha publicado su Informe Anual y, como siempre que lo hace, sube el pan. Pero vayamos por partes, empieza el mencionado Informe con melifluas apelaciones a superar la desigualdad y atajar el desempleo rampante para, a renglón seguido y sin perder demasiado el tiempo con paños calientes, desgranar el conjunto de medidas y reformas (¡ay, qué mala espina me da ese eufemístico sinónimo de recortes!) que propone al gobierno de la nación. No voy a detenerme aquí en explicarlas, cualquiera puede consultar su contenido detallado en la prensa diaria y económica, pero en resumidas cuentas se trata de las recetas neoliberales de siempre que, en esencia, plantean reforzar, si aún cabe, la posición del empresariado en el contrato social.
Aunque lo insólito hubiera sido hallar propuestas keynesianas entre tanto manual de la Escuela de Chicago, nunca deja de sorprenderme la recalcitrante defensa del poder financiero por esta entidad de derecho público. Y, por eso, me pregunto si entre las funciones que se le atribuyen se cuenta la de tratar de influir en la política socioeconómica del ejecutivo. Consulto mi duda y, solo una de las trece que tiene encomendadas hace referencia a asesorar al gobierno, sin ninguna capacidad coercitiva, mediante "informes y estudios" que resulten procedentes. Pese a ello, es el desempeño por el que más se conoce al Banco, porque, por ejemplo, no se le ha visto demasiado diligente ante una responsabilidad que le es tan propia como la de "supervisar la solvencia y el cumplimiento de la normativa específica de las entidades de crédito".
En cualquier caso, y aceptada tácitamente la naturaleza estrictamente técnica del Informe (no podría ser de otra manera porque sobrepasar tal carácter supondría que el Banco estuviera invadiendo competencias que le son del todo ajenas), la pregunta que le haría a su gobernador (nombrado, por cierto, por el anterior gabinete) es por qué insiste en unas recetas que la praxis de más de cuarenta años ha probado ineficaces y extremadamente injustas; ya que no han generado más que pobreza, desigualdad y la quiebra financiera de muchos estados que las adoptaron. Es, desde luego, una postura anticientífica que, como tal, solo tiene una explicación ideológica y de clase (social) y, además, ilegítima, porque no corresponde al Banco de España dictar políticas de ninguna índole.
Entre las propuestas de estos prohombres hay una que, por su extravagancia, merece que abandone el tono solemne que he adoptado hasta ahora para abrazar el jocoso: la "mochila austríaca". Querido lector, si aún no has leído nada al respecto, te diré que se trata de que las empresas le vayan proporcionando al trabajador seis días de ingresos adicionales por año, que irían acumulándose en un fondo que el beneficiario podría monetizar en caso de despido o jubilación. Suena muy bien, si no fuera porque el mismo Informe solicita reducir a la mitad la indemnización por despido (de 20 días por año trabajado a 10) y porque estima el coste mochilero en 9.000 millones de euros, de los que 8.600 propone sean financiados con el Fondo Extraordinario procedente de Bruselas. ¡Acabáramos! O sea que lo que estos señores están sugiriendo es abaratar el despido y que el pan de la pena lo pague el erario público, es decir, los mismos que se han quedado en la calle.
En fin, que nos toman tantas veces por tontos, y aceptamos tan sumisamente el escarnio, que empiezo a creer que nos juzgan certeramente. A mí personalmente no me gustan nada las mochilas, aunque estén bellamente adornadas con motivos tiroleses, me precio de montañero y nada hay más engorroso que ese lastre que llevamos a nuestras espaldas. Y termino, si alguien debe llevar mochila son los que andan sobrados de recursos, como los jockeys más ligeros cargan con el hándicap.

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