15 agosto 2021 (1): El enchufe
- Javier Garcia

- 15 ago 2021
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La noticia de estos días es que las eléctricas están haciendo su agosto en agosto, subiendo las tarifas que pagamos los usuarios hasta, como diría el inefable Buzz Lightyear, "el infinito y más allá".
Todo esto en medio de una ola de calor sin precedentes, importando un ergio (es una unidad de energía muy pequeña) la salud de la gente y machacando a las economías más modestas, porque no hay mayor injusticia social que la elevación de los precios de los servicios básicos.
Parece que esta insostenible situación exigiría de una inmediata adopción de medidas por parte del gobierno de España, pero según la señora ministra de Transición Ecológica, esta alza vertiginosa de los precios de la electricidad es tan ineluctable como las conjunciones de los astros y tan inevitable como la mencionada ola de calor, los incendios estivales o los movimientos sísmicos de la Penibética. Y digo esto fundado en el hecho de que, interrogada al respecto, dio la callada por respuesta o, lo que es lo mismo, recurrió al consabido "manzanas traigo" (¡qué cansancio de políticos que son incapaces de contestar a las preguntas que se les formulan!).
Pues bien, señora ministra, los abusivos precios de la corriente no los impone ninguna ley de la naturaleza ni están escritos en las Tablas de la Ley de Moisés, sino que son el resultado de décadas de sumisión a los intereses de las grandes empresas eléctricas por parte de los sucesivos gobiernos de la nación. Como casi siempre que hablo, me declaro lego en la materia que trato; no soy, pues, ni abogado ni economista ni experto en la gestión de las distintas fuentes energéticas, pero mis conocimientos y memoria llegan para recordar que buena parte de estas subidas estratosféricas de los precios de la luz se excusan amparadas en el denominado "déficit de tarifa eléctrica", que el gobierno de España del PP consensuó con el sector eléctrico en 2002, aceptando que los usuarios fuéramos adquiriendo, y enjugando, una supuesta deuda con las compañías distribuidoras porque, presuntamente, se nos ofrecían tarifas por debajo de costes. Agarraos los machos ante los precios que veremos, y que harán chicos los actuales, porque "debemos" a los del enchufe más de veinte mil millones de euros y la deuda crece a razón de más de cinco mil millones cada año. No hace falta ser muy listo ni muy experto para reparar en lo verosímilmente falaz y denunciable de semejantes recargos, toda vez que las alegadas pérdidas no se compadecen con las prósperas cuentas de resultados de estos codiciosos oligopolistas. Tampoco son inevitables, sino ominosos, los vaciados deliberados de los pantanos, ahora que arrecia el calor y escasea el agua para el consumo humano y el regadío ni, en fin, insoslayables las imposiciones comunitarias a las emisiones de dióxido de carbono (otros parece que las gestionan de distinta manera, dado que en la mayoría de los países de la UE se paga por la luz bastante menos).
Así que, señora Ministra, sí que es posible hacer algo y hasta hacer mucho por frenar este paroxismo de la avaricia. Claro que su gabinete que, he de recordarle, responde a un mandato ciudadano que encumbró a una mayoría supuestamente progresista, también escurre otros compromisos programáticos alegando, por ejemplo, lo extemporáneo de derogar la Reforma Laboral de 2012 o eludiendo y difiriendo la subida del Salario Mínimo Interprofesional.
La pregunta que ahora le formulo a este gobierno es obvia: si la mayoría de las medidas que pudieran mejorar sensiblemente la calidad de vida de la ciudadanía son imposibles de adoptar, ¿para qué están ahí? En lo que respecta a la gestión del denominado Ministerio para la Transición Ecológica ya sé lo que podemos esperar de él: nos achicharraremos.

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