14 febrero 2021 (1): El mundo está loco, loco, loco, loco

O "necios del mundo, conjuraos". Así está el cotarro carnavalero, ahora amenizado, y agitado, por un magistrado al que su formación de jurista lo autoriza para emitir rebuznos técnicos soportados en fuentes... que no cita; es decir, de la misma credibilidad que los sortilegios proclamados por un hechicero. Suerte que su estulticia y el poder excesivo que se otorga a unos señores disfrazados de solemnes clérigos nos han devuelto los bares. Aunque no sé, otros que tal bailan, porque en su contencioso con el Gobierno vasco nos demandan a los contribuyentes y, con el propósito de auto exculparse de los contagios, embarran a sus clientes. Completa este "trío de la bencina" la propia Administración que, ni corta ni perezosa, después de orquestar un proceso de inmunización manifiestamente mejorable, y de no enterarse de un montón de vacunaciones irregulares por parte de ejecutivos sanitarios, anuncia que procederá a inmunizar a los ertzainas de inmediato, poniéndolos por delante de otros colectivos que están en la primera línea del frente contra la pandemia.

Si entretenido está el desfile carnavalero local, no digamos nada el estatal, con un Gobierno que ha inventado una nueva estrategia política: la de ser oposición de sí mismo. Una facción parlamentaria conservadora que no sabe cómo digerir sus corruptores sobresueldos bajo manga y que ha optado por la opción individualista del "yo no he sido". Unas peculiares elecciones para hoy mismo, a celebrarse por decisión de los mismos negros faldones ingerentes en los asuntos vascos, que pese a lo complejo de la actual situación sanitaria, social y económica, van a ser las más simples de la historia, solo caracterizadas por un bipartidismo de facto y unos programas electorales constituidos por un único punto. Y por si a todo este colorista popurrí le faltara algún ingrediente, el rey ha decidido que su hija primogénita, y heredera al trono, estudie el bachiller en una elitista institución educativa del Reino Unido, el Judas Iscariote de la Unión Europea; vamos, haciendo proselitismo monárquico. Por supuesto que en el sambódromo nacional también marchan y se contonean un montón de prohombres que, dando codazos a los más necesitados de la profilaxis, se cuelan en los turnos de vacunación; por cierto, que entre ese colectivo de desaprensivos se cuentan numerosos curas y obispos, va a ser que la caridad cristiana empieza por uno mismo.

Pero no tenemos por qué preocuparnos, después de todo, en cualquier lugar del mundo cuecen habas, y en algunos sitios a calderadas. Para muestra un botón rigurosamente verídico: un ciudadano italiano llega a la frontera que separa su país de Francia, el gendarme allí apostado le reclama el certificado negativo de la consabida prueba PCR. Como el “azzurro” confiesa que no lo tiene, el policía le plantea dos opciones: o se vuelve por donde ha venido o paga una multa de 300 euros que, si acepta desembolsar de inmediato, se quedan en la mitad. El transalpino abona los 150 euros y pasa. La película se titula:"Agente 000 (de todo punto inútil) con licencia para contagiar".